Cuando
nosotros insistimos en que no a todos nos van las cosas bien, nada
tiene que ver con intencionalidad política alguna. Si acaso, social,
solidaria. Y todo porque vemos la desgracia tan cerca que por mucho
que escuchemos que todo va a mejor, que pronto saldremos de esta
salvaje crisis económica, nos mantenemos en que solo podrán
esquivarla o eludirla quienes han contado con algo que más que
suerte. Y todo porque se mantiene la escasez de trabajo, porque los
empleos que se crean afirman los técnicos que se trata de
circunstanciales y que responden a la estacionalidad más concreta,
además de que en su gran mayoría no van más allá de dos o tres
semanas o por horas. Con un panorama así, independientemente de que
nos creamos o no lo que desde la política nos cuentan, es evidente
que lo de recuperarnos de un año para otro sencillamente no será
posible.
Ahora
nos llega un informe de cómo se encuentra el español medio
procedente de Cruz Roja española, muy parecido al que ya firmó
Cáritas, y que afirmaba que más de dos millones de niños en
nuestros país pasaban hambre. Cruz Roja, con una contundencia que
hace hasta daño cuando escuchas su mensaje, va más lejos y nos dice
que cinco millones cuatrocientas mil personas han acudido a su
organización en busca de comida, que se dice pronto, y que, por
contundente y vergonzosa, echa abajo cualquier opinión, desde luego
que interesada, del político de turno. No obstante, ya ven ustedes:
se atreven con cualquier tema y, como ocurrió con el informe de
Cáritas, el ministro Montoro, a la sazón el hombre que controla
desde el Ministerio de Hacienda todos nuestros movimientos
económicos, no tardó en calificarlo de mentira. No de que no
respondía a la realidad de nuestro país, no; sencillamente le dijo
a Cáritas que eran unos mentirosos. En esta ocasión esperemos que
se contenga y no plantee más enfrentamientos por absurdos e
inútiles.
Lo
que sí ha hecho esta organización social ha sido informar a la
ciudadanía de una realidad que en estos momentos padecen millones de
personas, muchas de las cuales son próximas a nosotros y que, en la
mayoría de los casos, la padecen en silencio. Y se entiende. No debe
ser sencillo vivir en la más absoluta de las miserias y, lo que es
peor, no atisbar en el futuro más inmediato ni la más remota
posibilidad de mejorar su situación. Por eso tiene tanta importancia
que dos de las organizaciones sociales sin ánimo de lucro que
trabajan en nuestro país hayan coincidido en la valoración de la
situación tan penosa en la que viven miles y miles de personas. Y es
por eso, porque el Gobierno mantiene un discurso que nada tiene que
ver con lo que ocurre de verdad en la calle, suponemos que le molesta
el hecho de que se hayan atrevido a desafiarle y poner en evidencia
que sus políticas sociales, en caso de que las haya, han servido de
muy poco. Sin embargo, era previsible que quienes desarrollan la
totalidad de su labor integrados en la ciudadanía y viven como nadie
la práctica totalidad de la tragedia, guardaran silencio.
De si
servirán de algo estas llamaradas cargadas de dolor provenientes de
los millones de ciudadanos que no tienen más posibilidad que la de
acercarse en busca de ayuda en donde se la puedan ofrecer, como es el
caso de Cáritas y Cruz Roja, mucho nos tememos que de muy poco. Como
mucho, volverán los mensajes de que todo va a mejor, de que las
luces se ven en la lejanía y de que el año que viene, o el otro, o
el otro, España recuperará aunque no sea del todo el estado de
bienestar que abandonamos no hace tanto. Eso sí, los que provocaron
semejante desastre económico, llevándose todo el dinero que se les
puso por delante, ahí los tienen ustedes, disfrutando de una vida
regalada. Y, ya saben, cuando algún juez decidido quiere hacer
justicia, es el primero que desaparece de la vista de todos. Y por
ahí deben andar las pruebas.