Conforme
transcurre el tiempo, peor cara presenta el asunto del río
Guadalquivir. Lo queramos o no, la solución a los problemas que
presenta a su paso por nuestra ciudad es evidente que dependen de
muchas personas, entre las que destacamos a la clase política, que
ya saben cómo se las suelen gastar y que, por si fuera poco, durante
un determinado período de tiempo tienen responsabilidad en el asunto
para luego dejar paso a los que, cuando no la tenían, les criticaban
con dureza. Naturalmente, en medio los damnificados por los daños de
las inundaciones, que asisten incrédulos a un espectáculo
bochornoso que está clarísimo que no quieren solucionar, que
mantienen en pie sus demandas del pago de las indemnizaciones a las
que aseguran tener legítimo derecho y que, además, en el momento en
el que el agua de lluvia pasa de normal a todo lo contrario se quedan
sin sueño. En nuestro caso, y es justo ahí nos encontramos
nosotros, es decir, inmersos en su lucha, porque la entendemos de
absoluta justicia y porque en todo este desagradable caso son ellas y
ellos los más débiles, los que deben enfrentarse a la manifiesta
dejadez de los políticos y con una empresa que cuenta sus ganancias
anuales por cientos de millones de euros.
La
nueva convocatoria de estos días a lo único que ha venido a
confirmarnos es a dejar claro que intenciones no tienen de solventar
las demandas con que con urgencia les vienen haciendo los
propietarios de las tierras próximas al río. De si de la reunión
se ha salido con fecha o de si se han anunciado actuaciones, nada de
nada. De hecho, protagonistas de altura han decido no acudir, que no
sabemos si se trata de una justificación aceptable o por el
contrario de un menosprecio más a las personas que reclaman lo que
legítimamente les corresponde. Se entiende que, si no se tiene nada
nuevo con que presentarse ante la asamblea, que es mejor dejarlo para
otro momento. Lo de la maqueta, las actuaciones que aseguran están
previstas desarrollar y del resto de sandeces o mentiras, como
ustedes quieran, que nos han venido a contar, ¿para qué repetir el
argumento si es de sobra conocido por todos? Y llevan razón, porque
si no cuentan con nada nuevo que compartir, ¿a qué vienen?
Mientras,
el conglomerado de circunstancias que se dan en nuestro término
municipal con respecto a la influencia que tiene el cauce del río en
nosotros, ¿a quién le importa? Si no fuera por la decidida
actuación de las personas afectadas, ¿alguien cree que nos
acordaríamos de lo que se nos puede venir encima en cuanto el paso
del agua por el puente subiera de nivel? Para ellas y ellos, el hecho
de que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía haya condenado
a Endesa a pagar las indemnizaciones que les adeudaban a los
afectados de Marmolejo, es justo lo que necesitaban para convencerse
de que la próxima sentencia, en la que reclaman el pago de los daños
sufridos por las últimas riadas, les será favorable.
Lo
más probable es que, una vez más, estas personas vuelvan a
confirmar que David mató a Goliat, es decir, que ganarán la batalla
frente a Endesa con respecto al dinero que les adeuda y la
eliminación de la presa de Marmolejo. Esa es su ilusión y para
conseguirlo trabajan con ahínco y denodado esfuerzo. El tiempo nos
dirá en que queda este asunto, feo lo miremos por donde lo miremos y
perfecto escaparate para ver de cerca la incompetencia y las malas
intenciones de unos y de otros.