
Es
evidente que las elecciones del pasado domingo siguen acaparando
buena parte de los informativos de los medios de comunicación. Se
desprenden de ellas demasiadas referencias informativas como para
dejarlas pasar; si acaso, lo que hacemos, es decir, restarles
importancia dentro del contexto de la propia política, evitando las
especulaciones de los medios que tienen eso medios para sacarle
tajada a cualquier movimiento más o menos visible que provenga de
los diferentes partidos. Es el caso del PSOE y la renuncia a seguir
de su secretario general, señor Pérez Rubalcaba, que para unos
sectores ha sido valorado de forma positiva por la desaparición de
un contrincante de peso y otros todo lo contrario. A esta renuncia
debemos sumarle la importancia que se le está dando, no sabemos si
por temor a lo que representa o por venir de donde vienen, a
“Podemos”, sobre el que han recaído todas las iras habidas y por
haber procedentes especialmente de la derecha, la recalcitrante y la
aparentemente democrática, que no han dudado en calificar a sus
integrantes como radicales de izquierdas, manifestantes que arramblan
con todo lo que encuentran a su paso, machacapolicías y otras
lindezas propias de quien se sabe en peligro de extinción. Por lo
demás, la vida sigue y debemos afrontarla tal como se nos viene
encima, y más si tenemos en cuenta que cuando se ponga en marcha el
Parlamento recién votado estaremos muy cerca del final del mes de
julio, que es lo mismo que decir que con las vacaciones por la mitad
o a punto de acabar.
Por
lo tanto, la vuelta a casa se impone. Repasar lo que conviene
destacar, enfatizar donde interesa para que la ciudadanía comparta
la aventura que se le propone o simplemente compartir la preocupación
por la problemática general en la que se desenvuelven miles de
personas afectadas por la crisis. No faltarán los que pongan en duda
la oportunidad de este tema, quizá porque lo propongamos como
asunto de debate más veces de lo que sería aconsejable o
simplemente porque removemos conciencias y esto no siempre se acepta
de buena gana, pero la verdad es la que es y no seremos nosotros los
que nos mantengamos al margen de tanto sufrimiento. Las
organizaciones de nuestra ciudad dedicadas a dar de comer, vestir y
abonar facturas pendientes a las familias que más lo necesitan están
sencillamente ahogadas por tanta demanda y tan escasa aportación.
Ustedes pueden pensar lo que quieran y actuar como mejor les parezca,
aunque sabemos de su generosidad y no menos de su ayuda voluntaria,
pero nosotros debemos seguir en el empeño de convencerles de que se
trata de aportar lo que se pueda y cuando sea posible, y que no
siempre debe ser comida, ropa o dinero, porque la necesidad de tener
cerca de alguien que les ayude a sobreponerse, al que contarle su día
a día, se agradece de la misma forma.
A
los más escépticos, a los que no acaban de creerse lo que ocurre a
su alrededor, nada mejor que invitarles a que lo comprueben por sí
mismos, a que contrasten las peticiones que les llegan a estas
organizaciones y disponer así de una información de primera mano
que le sirva, no solo para convencerles, sino para que busquen ayuda
entre sus más próximos y paliar en lo posible las penurias y las
tragedias personales de las que se tiene constancia. Los tiempos en
los que el que nada hacía se basaba en que los beneficiados siempre
eran los mismos y que en realidad no lo necesitaban, han dejado paso
a una situación extremadamente angustiosa. ¿Sabían ustedes que el
año pasado se contabilizaron más de cincuenta desahucios en nuestra
ciudad? ¿Saben del número de vecinos y vecinas que malviven en
casas de amigos o familiares hacinados como sardinas porque nadie les
ha echado una mano y les ha proporcionado una vivienda en la que
residir hasta que su situación mejore? Pues créanse que son
situaciones reales las que les contamos y que de por medio nos
encontramos con los niños, que las padecen de una forma sangrante.
Estar ahí, mostrar nuestra solidaridad y generosidad, y aportar lo
que podamos es la mejor respuesta que se nos ocurre. Además, para
los más incrédulos o más reacios, esos que no dudan en afirmar que
no dan nada porque luego se pierde entre tantas manos hasta que
llegue a su destino, que sepan que tienen la oportunidad de hacerlo
ellos mismos, sin intermediarios. No lo duden. Escuchen la voz de su
conciencia. Recuerden que una conciencia tranquila es el mejor
somnífero que se conoce. Dormirán como ángeles.