
Sin
intención de poner reparos a los diferentes discursos que nos llegan
procedentes de todas las fuerzas políticas empeñadas en conseguir
más eurodiputados que sus oponentes, y menos de menospreciar el
discurso de ninguno de ellos, nos tenemos que impregnar de realidad y
acudir sin dilación a la cita que convocan las personas que forman
el grupo, por cierto cada vez más importante, que se autodenomina
como de antidesahucios. Se han ido haciendo grandes conforme la
crisis ha ido poniendo en la calle a las miles de personas que se han
visto afectadas por los embargos bancarios, que solo en Andújar
fueron el año pasado más de cuarenta, y que en todo el país han
sido más de cuarenta y nueve mil, es decir, muchos más de los que
lo fueron en 2012, con todo lo que supone este aumento si tenemos en
cuenta que desde todos los estamentos de poder se aseguró que se
frenarían de manera inmediata. De estos casi cincuenta mil, más de
treinta mil lo han sido de primeras viviendas. Se ha visto que no les
habrá sido posible o que los bancos, sus dueños, mandan mucho más
que la clase política, y una cosa es lo que yo diga y otra lo que
puedo hacer. Por lo tanto, dolorosísimas situaciones para miles de
personas que han visto cómo le han arrebatado la vivienda que
contenía todo lo que poseían. Y a todo esto con la frialdad y el
despotismo propio de una clase pudiente que no le representa en su
cuenta de resultados ni una pizca de pérdidas.
Por
lo tanto, la situación con respecto a los desahucios no solo no se
ha calmado, sino que ha aumentado de forma imparable. Ya ni siquiera
vemos el gesto de algún juzgado deteniéndolo o sintiéndose
ofendido cuando de por medio se encontraba con una persona de edad
que vivía sola en un piso de alquiler de renta antigua y que el
propietario recurre a la Justicia en busca de un compinche que le
ayude a ponerla de patitas en la calle para ganar más dinero. De lo
que se no preocupa como debía, o esa es la impresión que se tiene
en la calle, es de la rentabilidad con la que algunos directivos se
han marchado del negocio del dinero y que ahora disfrutan de
pensiones millonarias, y que han dejado a la entidad en la ruina.
Claro que si tenemos en cuenta que el dinero de todos, como es el
caso de Bankia, sirve para reflotarla, pues todos contentos. Eso sí,
solo de esta entidad nos ha quedado una factura de más de treinta
mil millones de euros que debemos pagar entre todos. Mientras, ya lo
ven ustedes, su expresidente disfrutando de los millones de euros que
ha acumulado a lo largo del tiempo que estuvo dirigiendo la entidad,
un juez suspendido y miles y miles de personas que se han quedado sin
su dinero. Lo peor de todo es que solo de vez en cuando tenemos la
oportunidad de conocer alguna sentencia que le es favorable a un
jubilado sin recursos que vive en la miseria porque su dinero se lo
había quedado Bankia.
Por
todo esto y solo como ejemplo, porque entre la generalizada
corrupción que se da entre muchos de ellos y los impedimentos que
crean para evitar la transparencia de las cuentas públicas y
especialmente cuánto ingresan y cuánto gastan y en qué, lo que
podamos hacer nosotros queda finalmente en nada. La única luz que
nos queda está en Europa, porque es allí, en el Parlamento Europeo,
en donde se tiene que decidir lo que nuestro país deberá recomponer
con respecto a los desahucios. Nuestra ley es tan antigua, tan
sangrante, tan injusta, tan inhumana, que Europa no acaba de creerse
las consecuencias que se derivan del impago del alquiler o la cuota
de la hipoteca. Y ahí se juega, por ejemplo, el futuro de la dación
en pago, que podía acabar con una situación económica que se ha
llevado por delante a muchas personas que no pudieron soportar el
dolor y la vergüenza de verse ellos y su familia en la calle,
tirados como perros.