jueves, 12 de junio de 2014

EL DESCALABRO DEL MUNDO MUNDIAL

Imprimir

El número de personas que andan convencidas de que el mundo está al revés, de que lo que hemos visto y vivido hasta hoy mismo ya no sirve, y que empujan con fuerza las nuevas normas o leyes urbanas que están cambiando el rumbo de las cosas que hasta ahora veíamos como normales, aumenta imparablemente. Fundamental es, eso sí, que estemos cerca de la actualidad, que nos empapemos del ir y venir de quienes tenemos más cerca y que tienen la capacidad de influir en la sociedad entera. Los valores religiosos, culturales, sociales y costumbres arraigadas en nosotros de toda la vida han dejado paso, obligados por el ímpetu con que llega lo nuevo, a lo innovador, a lo que ahora se conoce como nuevas necesidades del ser humano y que aún nadie ha sido capaz de certificar sin temor a equivocarse que serán el futuro de la humanidad. Quizá por eso, porque vayamos demasiado deprisa, porque nuestra vida se desenvuelve a una velocidad inaudita y desconocida, nos estemos dejando a un lado lo que de verdad importa. Y esto es precisamente lo que está dañando gravemente, es posible que hasta sin posibilidad de recuperarse, a quienes andan despistados o con las defensas bajas. Es el caso de los que menos pueden, de esos que se han ido quedando en el camino por la crisis económica que nos azota.

Nosotros entendemos, y nos sometemos por ello al criterio de ustedes, que mientras no hallemos un punto de encuentro entre todos los moradores de este mundo desde el que llegar a un profundo hermanamiento, mientras no hallemos un jefe supremo que nos dirija hacia el camino correcto, mantendremos los mismos errores. Sin ir más lejos, ¿alguien se ha preguntado cómo es posible que con tanta tecnología a mano, con tantas posibilidades económicas por desarrollar, aún sigan muriendo niños en el mundo por falta de comida? ¿Entendemos que en este momento mueran más niños por comer en exceso que los que lo hacen porque no tienen qué llevarse a la boca? ¿Cómo es posible que hayamos alcanzado tal nivel de despropósitos y, por el contrario, hayamos conseguido alcanzar la Luna y pronto Marte? Y lo peor de todo es que esto ha ocurrido delante de nosotros, mientras mirábamos para otro lado y nos dedicábamos a maravillarnos de las proezas de la ciencia. Y peor aún es que se sabe con total certeza que existen programas controlados por las grandes organizaciones sociales que permiten la plantación de inmensos campos de cultivo que eliminarían en menos de dos años el hambre en el mundo.


Por todo esto, afirmar que el mundo anda al revés, que estamos todos un poco locos y que a todos nos correspondería aplicarnos un “mea culpa” que al menos nos aliviara del dolor y la vergüenza que supone haber sido copartícipes de tanta desgracia que ocurre en el otro mundo, en ese que conocemos como Tercer Mundo, pero que está habitado por personas como nosotros, no creemos que sea exagerado. Asómense a la ventana de la realidad aunque les resulte doloroso y comprueben las tribulaciones de los desplazados en barcas o pateras que llegan a las costas de cualquier país que tenga a mano una playa en la que arribar. Sepan de su calvario, del sufrimiento que les ha supuesto llegar hasta el punto en el que creían encontrarían un mundo mejor, más libre y más justo, en donde los recogerían y les abrirían las puertas de un futuro que les permitiría al menos hacer las tres comidas diarias. Y luego, si les quedan ganas, échense mano a su móvil y descubran lo cerca que está el resto del mundo, el que anuncian de ensueño y al que ustedes o nosotros mismos podríamos acceder con solo un poco de suerte. Y si de todo lo que les hemos contado no sacan la conclusión de que se trata de una injusticia como la copa de un pino, a ver quién se atreve a llevarnos la contraria.