miércoles, 11 de junio de 2014

VEINTIOCHO MUJERES SE HAN QUEDADO EN EL CAMINO

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Créanse ustedes que cuando nos planteamos el tema de la violencia de género en nuestro comentario de medio día, siempre, siempre, siempre, tratamos de responder a una situación real que estamos convencidos necesita de todas y todos nosotros una clara actitud de rechazo por cuanto se trata de la pérdida de la vida de una persona a manos de su compañero, independientemente de que sea luego calificada por la autoridad competente como resultado de violencia contra la mujer y quizá por eso parezca menor el daño causado. Sin embargo, no es así. Es más, a estas alturas de junio se contabilizan nada menos que veintiocho mujeres fallecidas por la misma causa. De hecho, si una organización terrorista fuera la causante de tanta muerte violenta, los medios de comunicación la incorporaríamos sin dudarlo en primera página, pero como se trata de una mujer asesinada por su marido o compañero, como tiene tintes machistas… No obstante, como ha ocurrido en casos concretos de algunas de las asesinadas en lo que va de año, las han ejecutado delante de sus propios hijos, en la cocina o el salón, degollándolas o a cuchilladas. Y si esto no es noticiable, como de hecho comprobamos en cada una de las contabilizadas, no tenemos más remedio que denunciar una situación de vacío informativo patrocinada por algunos medios de comunicación, que observan estas noticias como menores, como intrascendentes, como asumibles…

Veintiocho mujeres y un hombre, efectivamente, han sido asesinados por sus parejas hasta el día de ayer, 10 de junio de 2014. Enseguida, como ocurre en estos casos, han salido al paso los habituales responsables de las mil y una oficinas abiertas por el Estado para decirnos que tenemos que unirnos, que es cosa de toda la sociedad y que hay que seguir trabajando. Y nosotros nos preguntamos que en qué, ¿qué dónde se inscribe uno para formar parte de la brigada que persigue y evita esta barbarie? ¿Dónde las líneas a seguir, dónde las tareas que nos competirían, dónde el lugar de reunión? Palabras y más palabras que les permiten a estos y estas funcionarias seguir disfrutando de un sueldo público nada desdeñable y un discurso aprendido a base de entrenamiento que en la práctica es solo eso: palabrería del tipo del charlatán que nos vende el jarabe para la tos y al mismo tiempo un peine, y una manta para evitar que nos enfriemos. Créanse ustedes que el Gobierno tiene en cuenta este fenómeno y para ello pellizca una buena cantidad de dinero al presupuesto anual del Estado para invertirlo en todas las políticas que tiene abiertas para reducir el número de fallecidas por violencia contra la mujer. Es así y lo sabemos, pero estamos convencidos de que este dinero no va más allá que para el pago de las nóminas de quienes gestionan, ya lo hemos dicho, las mil y una oficinas abiertas en todo el país. Luego, de si son rentables para el fin que se persigue, de si sus trabajos consiguen los objetivos propuestos como mínimos, de si son una referencia en el ámbito de la mujer y sus necesidades reales, eso es algo que queda en el aire, que nadie se atreve a responder y que es mejor dejar que pase el aire, no sea que en el despiece de su verdadera labor muchas de ellas pasen a mejor vida.


Las mujeres en situación de peligro no necesitan del apoyo de quien no venga a ellas con ayuda eficaz e inmediata, que no traigan bajo el brazo amparo para su familia, que no les habiliten la solución para el día siguiente… Las políticas activas aprobadas al efecto, que los propios políticos las denominan activas, andan sin embargo, errantes y muertas casi desde su nacimiento. Por ahora, y de esto tienen mucho que decir las afectadas, lo único que les ha llegado han sido cierres de casas de acogida en algunas comunidades autónomas, que no en la nuestra afortunadamente, recortes salvajes de subvenciones y ayudas, y poco más. Eso sí, antes han cuidado con mimo el mensaje que nos hacen llegar cuando la sociedad demanda explicaciones. Y si no escúchenlo.