jueves, 19 de junio de 2014

LOS HAY MÁS RICOS QUE NOSOTROS

Imprimir

Aunque estarán al tanto y la calle del aumento de gente rica en nuestro país, no podemos eludir el envite que nos hace la noticia. Y es que el hecho de que en plena crisis se produzcan estos desajustes entre los ricos y los pobres nos llama poderosamente la atención, si tenemos en cuenta qué tipo de país tenemos y que actualmente mantengamos más de cinco millones de personas en paro. Lo decíamos hace unos días en el caso de los niños malnutridos, cuando insistíamos en las desigualdades de un país en el que en casos tan sangrantes no consigue la unanimidad de las actuaciones de las autoridades competentes. Pues en el asunto de los ricos, estamos casi en las mismas. Entre ellos nos encontramos con personas que, sin estudios universitarios ni preparación especial para hacer dinero que no tenga que ver con la suerte y el acierto en el momento que tomaron las decisiones que finalmente les cambiaron sus vidas, nos sirven como detalles que le añaden una respetable dosis de ilusión para los que, como ustedes o nosotros, siempre hemos creído valer más de como nos ven los demás. De hecho, como hemos dicho, en España han aumentado los adinerados en nada menos que un treinta y nueve por ciento, y de esta situación deviene que los individuos con patrimonio ultra alto, que es como se conocen en la Hacienda Pública, poseen al menos treinta millones de euros, casi el mismo porcentaje de los que han caído, a lo largo de la crisis económica que padecemos, en el pozo de la pobreza más agresiva. Lo que son las cosas, como diría el castizo, mientras unos se hinchan a ganar dinero, otros carecen de lo más básico, ¡y nadie se rasga las vestiduras!

Podemos decir, por tanto, que este tipo de desajustes nos parecen bien, o que a los que se quejan no se les oye, que también puede resultar ser la causa. Sea como sea, si estos señores y señoras han conseguido amasar semejantes fortunas, lo que nos queda a nosotros, que no conseguiremos esos números en la vida a no ser que una primitiva de esas supermillonarias nos caiga del cielo, es comprobar que no responden a políticas empresariales en los que trabajadores se hayan visto perjudicados y sí a especulaciones e inversiones en las que se consiguen multiplicar las ganancias, que es otra forma legítima de ganar dinero. Ya nos lo dijeron nuestros predecesores: el dinero llama al dinero, y comprobamos que es así, que quienes más poseen aumentan sus fortunas casi a diario. Abundando en las personas que más dinero acumulan en el mundo, sepan que Bill Gates posee nada menos que setenta y seis mil millones de dólares. Su empresa, Microsoft, es la principal fabricante de programas para ordenadores. El segundo es Carlos Slim Helú, un magnate mexicano propietario de las principales empresas mexicanas que cotizan en bolsa. Setenta y dos mil millones de dólares es su fortuna. En el tercer puesto de esta lista de acomodadas personas es el español Amancio Ortega, propietario de la cadena de tiendas de ropa Zara. Hijo de un ferrocarrilero, se inicia a diseñar ropa hace 46 años en la sala de su casa, junto con su esposa. Su fortuna se ha más que duplicado en dos años, llegando a ser de sesenta y cuatro mil millones de dólares. Como podemos ver, algo de suerte sí que parece que han tenido en el mundo en el que el dinero se mueve como el agua de un río. En total, las 100 mayores fortunas de la Bolsa española suman 88.735 millones, lo que viene a representar un trece por ciento más que en 2012. Más de la mitad de estos millones, concretamente, están en manos de Amancio Ortega y su hija Sandra. El capital sigue llegando a la Bolsa, que ha subido un veinte por ciento este año y ha catapultado el patrimonio de familias como las de Serra Farré, Jaime Botín o José Manuel Lara.


Enfrente, en medio o junto a estas supermillonarias fortunas, nosotros, que llegamos a final de mes con muchos problemas y que tenemos el futuro más negro que un túnel. Solo nos queda alguna primitiva o lotería que se despiste y se venga a vivir a nuestra casa. De no ser así, nada mejor que tener paciencia y esperar. Es posible que algún día se produzca el milagro.