Aunque
estarán al tanto y la calle del aumento de gente rica en nuestro
país, no podemos eludir el envite que nos hace la noticia. Y es que
el hecho de que en plena crisis se produzcan estos desajustes entre
los ricos y los pobres nos llama poderosamente la atención, si
tenemos en cuenta qué tipo de país tenemos y que actualmente
mantengamos más de cinco millones de personas en paro. Lo decíamos
hace unos días en el caso de los niños malnutridos, cuando
insistíamos en las desigualdades de un país en el que en casos tan
sangrantes no consigue la unanimidad de las actuaciones de las
autoridades competentes. Pues en el asunto de los ricos, estamos casi
en las mismas. Entre ellos nos encontramos con personas que, sin
estudios universitarios ni preparación especial para hacer dinero
que no tenga que ver con la suerte y el acierto en el momento que
tomaron las decisiones que finalmente les cambiaron sus vidas, nos
sirven como detalles que le añaden una respetable dosis de ilusión
para los que, como ustedes o nosotros, siempre hemos creído valer
más de como nos ven los demás. De hecho, como hemos dicho, en
España han aumentado los adinerados en nada menos que un treinta y
nueve por ciento, y de esta situación deviene que los individuos con
patrimonio ultra alto, que es como se conocen en la Hacienda Pública,
poseen al menos treinta millones de euros, casi el mismo porcentaje
de los que han caído, a lo largo de la crisis económica que
padecemos, en el pozo de la pobreza más agresiva. Lo que son las
cosas, como diría el castizo, mientras unos se hinchan a ganar
dinero, otros carecen de lo más básico, ¡y nadie se rasga las
vestiduras!
Podemos
decir, por tanto, que este tipo de desajustes nos parecen bien, o que
a los que se quejan no se les oye, que también puede resultar ser la
causa. Sea como sea, si estos señores y señoras han conseguido
amasar semejantes fortunas, lo que nos queda a nosotros, que no
conseguiremos esos números en la vida a no ser que una primitiva de
esas supermillonarias nos caiga del cielo, es comprobar que no
responden a políticas empresariales en los que trabajadores se hayan
visto perjudicados y sí a especulaciones e inversiones en las que se
consiguen multiplicar las ganancias, que es otra forma legítima de
ganar dinero. Ya nos lo dijeron nuestros predecesores: el dinero
llama al dinero, y comprobamos que es así, que quienes más poseen
aumentan sus fortunas casi a diario. Abundando en las personas que
más dinero acumulan en el mundo, sepan que Bill
Gates
posee nada menos que setenta y seis mil millones de dólares. Su
empresa, Microsoft, es la principal fabricante de programas para
ordenadores. El segundo es Carlos
Slim Helú,
un magnate mexicano propietario de las principales empresas mexicanas
que cotizan en bolsa.
Setenta y dos mil millones de dólares es su fortuna. En el tercer
puesto de esta lista de acomodadas personas es el español Amancio
Ortega, propietario de la cadena de tiendas de ropa Zara. Hijo de un
ferrocarrilero, se inicia a diseñar ropa hace 46 años en la sala de
su casa, junto con su esposa. Su fortuna se ha más que duplicado en
dos años, llegando a ser de sesenta y cuatro mil millones de
dólares. Como podemos ver, algo de suerte sí que parece que han
tenido en el mundo en el que el dinero se mueve como el agua de un
río. En total, las 100 mayores fortunas de la Bolsa española suman
88.735 millones, lo que viene a representar un trece por ciento más
que en 2012. Más de la mitad de estos millones, concretamente, están
en manos de Amancio Ortega y su hija Sandra. El capital sigue
llegando a la Bolsa, que ha subido un veinte por ciento este año y
ha catapultado el patrimonio de familias como las de Serra Farré,
Jaime Botín o José Manuel Lara.
Enfrente,
en medio o junto a estas supermillonarias fortunas, nosotros, que
llegamos a final de mes con muchos problemas y que tenemos el futuro
más negro que un túnel. Solo nos queda alguna primitiva o lotería
que se despiste y se venga a vivir a nuestra casa. De no ser así,
nada mejor que tener paciencia y esperar. Es posible que algún día
se produzca el milagro.