Mañana
a estas horas, porque sabrán que la ceremonia de la renovación del
jefe del Estado de nuestro país comienza a las diez y media de la
mañana, tendremos nuevo rey. El todavía príncipe de Asturias será
refrendado por el Congreso como nuevo regente luego de un extenso
acto en el que tendremos oportunidad de escuchar y visionar el
desarrollo del con diferencia el acontecimiento más importante de
los últimos años en España. El hecho de que el rey abdicara a
favor de su hijo ha puesto en marcha el sistema previsto que permite
que la sucesión se haga en tiempo y forma, y mantener el menor
tiempo posible el vacío del trono real. Que se han dado prisa en
ordenar todos los movimientos y acciones que debían producirse para
llegar hasta el acto mañana, es evidente que confirma que cuando se
quiere se puede, no así como cuando se trata, por ejemplo, de
renovar la Constitución española con otros fines, como sería el
caso de cambiar el sistema en vigor para renovar la Jefatura del
Estado. Los que andan a la gresca con los partidos políticos que han
consensuado la elección de la continuidad de la Corona, muestran su
disconformidad de la única forma que se les permite en público, es
decir, reclamando la república como el sistema ideal para regirnos
todos los españoles, y evitar de esta forma el que por haber nacido
en donde has nacido tengas derecho vitalicio para continuar en el
cargo de tu predecesor.
En
fin, poco podemos contarles a ustedes que no conozcan o hayan
escuchado a su alrededor sobre este tema, porque sin duda es la
comidilla del pueblo que va más allá de una simple rabieta y que,
como consecuencia de este desacuerdo, muchos serán los políticos
que se ausentarán del pleno del Congreso de los Diputados, dejando
de esta forma constancia de su rechazo al sistema. Ya sabemos que no
servirá de nada, que el día a día continuará de la misma forma y
que a lo más que pueden aspirar es a plantear en el lugar adecuado
esta reclamación y conseguirla no pasando muchos años, que es algo
muy dudoso y que exige no solo un cambio en la Constitución, sino de
toda la ciudadanía. Por lo tanto, pueden variar los argumentos en
algunos casos o pueden radicalizarse por cómo se ha hecho la
renovación del rey, pero las previsiones de fuerza que se han
realizado desde el Gobierno, con más de dos mil soldados de élite
en las calles, han encorsetado cualquier tipo de violencia o
manifestaciones próximas al edificio del Congreso y a lo largo del
recorrido previsto por las calles de Madrid.
Las
opiniones que aseguraban que lo mejor hubiera sido convocar un
referéndum y esperar de él un resultado positivo para la Corona no
andaban equivocados del todo. De hecho, se sabe por infinidad de
encuestas que el príncipe Felipe hubiera resultado elegido por una
importante y significativa diferencia. Esto significa que la
legitimidad estaba asegurada y que el desarrollo de los
acontecimientos hubiera sido convocado bajo otras exigencias. Sin
embargo, por miedo o por recelo real, o porque la clase política no
ha estado a la altura de las circunstancias, la realidad es que desde
esta mañana España tiene un nuevo rey cuyo nombre será el de
Felipe VI y que debemos acostumbrarnos cuanto antes a familiarizarnos
con él y su familia, aunque aceptamos que es de sobra conocido él y
el resto de su familia.
Conforme
se han ido tomando decisiones alrededor de esta elección, el mundo
ha ido incorporándose al gran número de felicitaciones que generan
estas celebraciones reales, que han echado de menos el boato y las
exageradas muestras de poderío económico de otras casas reales
europeas. Los tiempos entre nosotros no hace falta que les recordemos
que no están para dispendios inútiles y que lo que primaba era la
ceremonia que confirmaba la elección de Felipe VI. Se ha cumplido el
protocolo, se ha elegido nuevo rey y ahora a esperar resultados. Es
lo que importa: que tenemos un nuevo rey y que el anterior ha
cumplido hasta el último momento con sus obligaciones, aunque no
siempre haya acertado. Como dice el refrán: eso pasa en las mejores
familias.