martes, 23 de septiembre de 2014

DESENCANTO POPULAR Y PELIGRO DE RUINA INMINENTE

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Casi siete mil cuatrocientos desempleados en nuestra ciudad no es una cifra que nos sirva precisamente para estar orgullosos de ella. Al contrario, nos debería avergonzar. Es más, por aquello de que los detalles clarifican el horizonte, debería abochornar a quienes tienen más posibilidades y concretamente obligaciones específicas en este asunto del trabajo, por no haber sido capaces de actuación alguna que vaya más allá que la de incrementar diariamente esta terrible cifra. Pero vemos que no, que ni siquiera cuidan el detalle, que salen a la calle y en los medios de comunicación ufanos y distendidos, como si con ellos no fuera la cosa, dando pistas sobre cuáles son en realidad sus intenciones. Naturalmente, aceptando que sean muchas y muchos los que no caigan en esta actitud tan canalla, lo que nos importa es que el resto, que son los que padecen la falta de trabajo y viven en una situación de desamparo insostenible, la padezcan de forma tan contundente. Y es que, sí, cuando acuden a ellas y ellos, cuando les reciben y les animan a seguir soportando tamaña injusticia, vuelven a lo suyo, o sea, al ostracismo más corrosivo, lo hacen animosos por las promesas que les han hecho llegar desde la mentira y el ‘déjame tranquilo, que no tengo tiempo para ti y tu problema’.

Así las cosas, que el populismo de derechas y de izquierdas esté ganando adeptos a pasos agigantados y que hayan dejado de ser partidos marginales para convertirse en referencia o nido de los millones de desencantados que deambulan hoy por la política, es lo menos que podía ocurrir. Se han aumentado los desahucios en el primer semestre de este año, si los desempleados que encontraron trabajo este verano son conscientes de que ha sido temporal y que de hecho ya están volviendo a casa, si la dependencia ha sido literalmente barrida del mapa social de nuestro país, si los sueldos de los empleados de toda la vida han descendido hasta casi el sueldo mínimo interprofesional, sino no más, si han aumentado peligrosa y vergonzosamente los niños que están mal nutridos y que pasan hambre, si cada vez se percibe con más nitidez que lo de la recuperación económica es simplemente otra mentira, si todo lo que necesitamos sube sin parar… ¿alguien se creerá que lo de estos partidos emergentes se debe a un fenómeno social propio de una generación más politizada o simplemente que se trata de millones de personas hartas de ser utilizadas como conejillos de indias, sin futuro, y que se encuentran al borde del abismo que los transportará al Más Allá con asiento de primera?


Lo que se percibe desde fuera es bien distinto, desde luego. Sin ir más lejos, ¿de qué nos ha servido el último resultado electoral de las europeas que no haya sido para colocar a unos y otros en lugares de privilegio y seguir sacando tajada? Si se asegura que la falta de trabajo acaba incluso con la democracia, pensar que la situación actual no acabará cambiando el actual panorama político nacional puede jugarles a algunos una mala pasada. Es más, si aceptamos a pies juntillas que ‘camarón que se duerme se lo lleva la corriente’, ¿cómo no hacerlo ante lo que se viene haciendo rematadamente mal casi desde sus inicios? Lo de menos ahora es que se condene a los corruptos y que se eliminen los que quedan por despachos y hermandades; lo que quedará de por vida entre la ciudadanía es que la política solo ha servido a los más privilegiados, a los que llegaron antes, a los que acudían a ella no por ideales, si no por dinero y prestigio. Y lo que es peor: que seguiremos siendo unos pringados.