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Quizás
porque ocurre siempre, porque cuando algo se desconoce, y en este
caso una obra, las quejas se inician desconociendo las intenciones
del promotor o simplemente porque nos gusta molestar, las obras de la
corredera de Capuchinos, que ya tienen precedentes desde el momento
en que conocieron los vecinos que las intenciones iban por la
construcción de un aparcamiento subterráneo, están cuestionadas
desde el primer día que llegaron técnicos y máquinas. En estos
momentos, cuando la idea de cómo quedarán finalmente se percibe con
más nitidez, por supuesto que no faltan los que no están de
acuerdo; cierto que tampoco los que sí lo están, pero tenemos que
ser sinceros y reconocer que éstos son muy pocos. La queja más
compartida es que no se ha contado con ellos y que se ejecutan sin su
permiso, denuncia que nos extraña si tenemos en cuenta que desde el
Ayuntamiento y en la persona de su primera autoridad se nos ha hecho
llegar el beneplácito de la vecindad, que, una vez eliminada la
posibilidad del aparcamiento, se supone que ha visto con buenos ojos
el final de la vía más importante y emblemática de nuestra ciudad.
En
realidad, sobre el asunto del aparcamiento es donde no acabamos de
integrar estas obras, ya que las diferentes informaciones y opiniones
que hemos conocido desde que se presentó el proyecto no acaban de
coincidir. Desde la Casa Consistorial, que todo se ha debido a la
falta de apoyo del resto de los partidos políticos; éstos, que su
posición está basada en que no se había realizado el obligado e
imprescindible estudio geológico que lo permitiera con seguridad, y,
por otra parte, el enfrentamiento con los moradores de esta vía, que
no estaban, no solo de acuerdo ni con el fondo ni las formas, sino
que como tocaran un metro cuadrado de suelo en busca de espacio en
donde ubicar a los vehículos, la guerra sería poco. Y no por
desconocimiento y sí por cautela o miedo. No podía faltar en este
asunto el protagonismo de los propietarios o arrendadores de los
locales allí ubicados, para los que la construcción de un
aparcamiento representaba la ampliación de sus posibilidades de
comercialización de sus productos, y de ahí que su posición fuera
de apoyo. Claro que ellos no tenían más apego a la obra que la
mejora directa de su negocio, mientras que los vecinos podían
perderlo todo y, yendo un poco más lejos, hasta la vida en caso de
que sus pisos y viviendas se vinieran abajo, que todo podía ocurrir,
o al menos así se lo plantearon los profesionales a los que
preguntaron.
Consecuentemente,
y ante la falta de información y aún menos ganas por parte del
Ayuntamiento de compartir la poca que podía existir, porque desde el
principio se ha denunciado por parte del resto de partidos políticos
que responde a intereses electoralistas, los vecinos han sido los
menos consultados y los que menos han aportado a la renovación de
esta vía. Por otra parte, cuando una gran mayoría esperaba la
construcción de contenedores soterrados, cuando se han dado todas
las posibilidades técnicas y de obra que podían coincidir, se
decide que no, que nuestra ciudad no merece que al menos en una vía
comercial de tanta importancia, escaparate como pocas de nuestra
fuerza comercial, muestre los habituales contenedores de basura que
tanto afean el entorno. Responderá esta decisión a una
determinación de nuestros superiores políticos y todo lo que
ustedes quieran, pero la realidad es que hemos vuelto a cometer el
error consolidado ya para el resto de nuestros días, de mantenerlos
en las calles peatonales y aledañas: Ibáñez Marín, plaza de la
Constitución, Isidoro Miñón, Doctor Fleming, Judería, Doce de
Agosto… La autoridad competente afirma sin dudarlo que no han dado
los resultados que se esperaban de este tipo de contenedores
escondidos bajo tierra. Sin embargo, cosas de la vida y posibles
milagros sin interpretación convincente, salgan ustedes fuera de
nuestras fronteras y comprueben que hasta ciudades que no llegan a
los cinco mil habitantes los tienen instalados y parece que con
excelentes resultados. Por eso cuando les insistimos que nuestra
ciudad es diferente no es necesario que aportemos más argumentos.