Innovandújar
vuelve a estar de actualidad. La oposición municipal y no menos las
ganas que tienen los que pusieron dinero en su día para sacar
legítima tajada de lo que le habían vendido como la fórmula más
sencilla y legal de cambiar una peseta por un euro, han vuelto a
colocar en primera página uno de los capítulos más penosos de los
vividos por nuestra ciudad en muchos años. Lo de que para Andújar
venía la Land-Rover y que “solo” nos dejaron a Koipe, historia
aún sin contrastar pasados tantos años, estamos convencidos de que
nada ni nadie había hecho tanto daño a las ilusiones de una ciudad
de cara a su industrialización. Desde el instante, mágico por
demás, en que se presentó en sociedad con carpa, proyector, atril y
todo, con la presencia de las fuerzas vivas de la ciudad, que vieron
en este proyecto mucho más de lo que quizá merecía, todo han sido
descalabros. Y los ha habido políticos y empresariales, para que
también en el apartado de responsabilidades no echemos de menos a
nadie. Viajes, obras, más de seis millones de euros que nadie ha
sabido decirnos en dónde se han invertido, críticas exacerbadas,
medios de comunicación bailando al son que les tocaban,
retroexcavadoras para la foto…
Para
el Partido Socialista, que fue por cierto el que, con la crítica del
Partido Popular, se hizo con los terrenos que propiciaron
posteriormente lo que hoy conocemos como Innovandújar, su
responsabilidad se evaporó desde el momento en que el alcalde
desechó la idea de que fuera la Junta y el Ayuntamiento los que se
encargaran de urbanizar los más de un millón de metros cuadrados.
Para el actual equipo de gobierno, que también lo era entonces, la
responsabilidad recae por completo en la Junta, que no ha querido
atender sus repetidas demandas de ayuda. Ocurrió lo mismo que
cuando el ministro Montoro vino por aquí en plena campaña
electoral, para anunciarnos que nuestra ciudad estaba incluida entre
las posibles candidatas para que en sus tierras se instalara la
empresa que fabricaría el helicóptero Tigre. Y lo dijo así: una
más. No fue más allá y desde luego que no aseguró que no había
otra, que para eso la hemeroteca de esta casa es infalible, es decir,
para desenmascarar a los embusteros.
Y
ocurrió lo mismo porque está comprobado que una cosa son las ganas
y otra claramente diferente la realidad. Por eso se agradece el
esfuerzo que entendemos se ha hecho a lo largo de estos años a favor
de que la recta del Sotillo sea ocupada por industrias algún día.
Eso sí, mientras tanto, los equipos con capacidad para captar
ingenuos y gentes de buena fe, no han parado un día de darnos la
tabarra, lo que ha permitido que, como en una especie de sube y baja,
este tema aparezca y desaparezca de nuestras vidas dependiendo de las
necesidades de unos y otros a favor o en contra de lo que, lo quieran
o no, no deja de ser una desgracia para la ciudadanía. Y es que a
ésta fue fácil convencerla porque sus necesidades entonces y no
menos ahora no eran otras que trabajo y trabajo. Así, si el mensaje
era claro y contundente, si los personajes por sí mismos le añadían
credibilidad a sus promesas, si las industrias anunciaban su
inminente llegada, si el dinero fluía y las obras se desarrollaban…
¿por qué debíamos desconfiar?
Pues
bien, hoy ya ven ustedes cómo está el asunto: a punto de reventar.
Y todo porque los que hasta ahora han sido los silenciosos
protagonistas de esta historia han decidido que ya está bien, que ha
llegado el momento de que alguien les diga dónde está su dinero y
la forma de recuperarlo. Si afirmamos que todo apunta a que lo que
hasta ahora ha sido una infalible arma para fabricar votos, pase a no
tardar a todo lo contrario, que nadie nos tache de exagerados y menos
de agoreros.