Si
nos tuviéramos que plantear el tráfico y sus diferentes
derivaciones de manera personal, ¿seríamos capaces de inventarnos
fórmulas desde las que acceder al espíritu de los usuarios en favor
de un mejor entendimiento y por tanto con mejores resultados del
apartado accidentalidad? No crean ustedes que se trata de una
pregunta sin más, intrascendente y poco rigurosa; al contrario,
tratamos de justificar la actual política implantada por Tráfico y
que tantos quebraderos de cabeza proporciona a algunos y algunas,
especialmente los que no tienen entre sus prioridades respetar el
conjunto del Código de la Circulación y sus diferentes Normas en
vigor. Para los que siempre encuentran una excusa, para los que
siguen sin entender que de velocidad entienden bien poco y menos de
sus consecuencias, para los que no quieren asumir que el alcohol y
cualquier otro tipo de droga son incompatibles con la conducción y
que solo por eso están prohibidas…
Por
el momento, de los controles realizados en lo que va de año por
parte de la Guardia Civil de Tráfico, el cincuenta por ciento de los
conductores había consumido alguna de ellas. El dato nos avisa desde
lejos de que algo debe estar pasando entre los conductores para que
esta estadística haya superado la mitad de la totalidad, y todavía
más grave si sabemos que el sesenta por ciento de los fallecidos lo
fueron porque iban bebidos o drogados, o porque el que ocasionó el
mortal accidente en el que se vieron envueltos lo había hecho. Con
estos datos en la mano, afirmar que la actual cifra de fallecidos,
que está alrededor de más de mil trescientos al año, podía
haberse reducido en mil víctimas en una especie de un visto y no
visto, eso sí, si los usuarios aceptaran sin más que no solo está
prohibido, sino como respuesta de un ser inteligente y responsable.
¿Alguien puede creerse que Tráfico lo que busca incansable es
recaudar? Desde hace unos meses, con la llegada de las nuevas Normas,
el usuario cazado con algún tipo de psicotrópico en sangre ya sabe
que como mínimo le quitarán cuatro puntos del carné y mil euros de
su cuenta corriente. ¿Y se ha notado en algo? Desde luego que no;
todo sigue igual o peor. Y los datos están ahí para corroborar lo
que les decimos y que no se trata de una opinión personal.
Volviendo
a la pregunta del inicio del comentario de hoy, ¿cuál sería la
solución que aportarían ustedes, especialmente si son de los que
entienden que tanta presión policial no va a ninguna parte? ¿Qué
propondrían, por ejemplo, los que gustan de ir muy por encima de la
velocidad permitida? ¿Qué tipo de medidas deberíamos implantar
para que, sin el miedo de ser denunciados, cada cual decidiera si
bebía o no, si circulaba a velocidad alta en cualquier carretera o
punto de la vía, o si acudía o no a la revisión en la estación
técnica de vehículos? Muchos de ustedes interpreten que estamos
exagerando, pero no crean, porque en este largo camino nos hemos
encontrado de todo. Desde los que siguen sin entender que existen
unas normas generalizadas para que podamos convivir en paz y que
entre éstas están las de la circulación, y los que están
convencidos de que el papel que desarrolla la Dirección General de
Tráfico es solo el de una agencia recaudadora. Sin embargo, unos y
otros no han caído en la cuenta, y no será porque no se haya dicho
miles y miles de veces, que la única forma viable que tenemos de
eliminar esta Dirección General es aceptar sin más las leyes en
vigor. En el momento en el que no tengan necesidad de denunciar
porque todo lo hacemos bien, que no haya un solo usuario que se haya
drogado con las mil ofertas que tiene en el mercado y que los
accidentes sean testimoniales, ¿qué papel podría jugar este
organismo que no fuera, si acaso, la tramitación de los documentos
que demandan las diferentes necesidades que tenemos con respecto de
nuestro vehículo? Ustedes mismos.