Como
no podía ser de otra forma interpretado, la inquietud de los vecinos
de La Loma, si no el terror, se ha adueñado de esta zona de nuestra
provincia luego de haber revivido los movimientos sísmicos de hace
unos años. En esta ocasión incluso se llegó a afirmar que alcanzó
hasta nuestra ciudad, sin que exista base técnica ni administrativa
que lo confirme. El asunto es que desde hace una semana se han
controlado nada menos que treinta pequeños terremotos y que, por
tanto, el miedo ha vuelto a ser compartido por la totalidad de los
ciudadanos, especialmente los que residen en las ciudades de Begíjar
y Lupión, que alcanzaron una magnitud de 3,7 grados en la escala de
Richter y que fueron vapuleados la madrugada del domingo y echados a
la calle sin saber muy bien por qué. En la madrugada del lunes,
Torreblascopedro registró otro pequeño movimiento bajo sus pies, en
esta ocasión solo de dos grados en la misma escala.
La
proximidad de estas dos ciudades con las de Torreperogil y Sabiote,
donde recuerden que entre el final de 2012 y el inicio del 2013 se
contabilizaron por encima de los dos mil cuatrocientos temblores de
tierra, se ha instalado una compartida preocupación de sus moradores
y motivado la necesidad de información propia de quienes analizan la
situación desde puntos de vista quizá desproporcionados para los
investigadores, pero razonados al fin y al cabo. Por el momento, la
totalidad de los ayuntamientos de La Loma han comenzado a exigir al
Instituto Geográfico Nacional los estudios e investigaciones
precisas y urgentes que justifiquen o den luz al menos sobre esta
nueva multitud de movimientos sísmicos. De hecho, la primera
información que nos llega es que el director de este organismo ha
anunciado que se está elaborando un trabajo específico y
profesional, en colaboración con la Universidad jienense, y que va
desde los movimientos de las fallas para buscar y encontrar una
posible relación entre ellas desde el punto de vista tectónico, y
los últimos seísmos controlados el año pasado en Torreperogil y
Sabiote.
No
obstante, el Instituto Geográfico Nacional ha significado, sin
apoyarse del todo en datos técnicos específicos, que estos
movimientos del suelo en esta zona forman parte de la normalidad
histórica. Asegura que, “si examinamos el catálogo con el que
contamos, desde el año 800 antes de Cristo, y lo colocamos en un
mapa, vemos que en esta zona siempre ha habido pequeñas series
sísmicas, a diferencia de lo que ocurrió en Torreperogil y Sabiote,
que se debieron a la presencia de al menos dos fallas localizadas a
una profundidad de unos 4.000 metros”. De acuerdo con un informe
presentado por este mismo instituto el pasado mes de octubre, no es
posible dar una garantía del cien por cien de que no habría más
terremotos, aunque sí se descartaban que fueran de gran intensidad,
que es lo que ha acontecido en esa zona de la provincia. Ahora de lo
que se trata es de seguir buscando la anunciada y denunciada relación
que pudiera existir entre la búsqueda de petróleo y gas que se
desarrolló en el año 2012 en esos puntos en concreto, porque este
detalle sigue siendo la causa directa de los movimientos sísmicos
registrados de acuerdo con la mayoría de la opinión de los vecinos.
Se
impone la calma y el sentido común. Lo más probable, y más aún
deseable, es que no se vuelvan a registrar movimientos en nuestro
subsuelo. Descartarlos definitivamente parece que no va a ser fácil,
ni siquiera, como hemos visto, para los técnicos más cualificados.