Como
venimos informando desde hace tiempo, no aceptaremos las quejas que
nos puedan llegar sobre el asunto que les traemos hoy para su
reflexión. De acuerdo con la actual política de la Dirección
General de Tráfico, que no tiene otro objetivo que la reducción de
las actuales cifras de mortalidad en las carreteras, un nuevo giro de
tuerca hemos controlado, y en esta ocasión sin avisar, que es lo que
molesta y lo que ha encendido a más de un usuario. El asunto es que
los radares fijos y móviles han dejado de ser condescendientes con
la velocidad a la que se activaban hasta hace unas semanas y a partir
de ahora ésta se limitará a la tolerancia del más-menos del propio
velocímetro, es decir, que si hasta ahora el fotocontrol saltaba
cuando el vehículo lo rebasaba a más de 135 kilómetros por hora, a
partir de ahora lo hará a los 128, una reducción significativa que,
como hemos dicho, no ha sido anunciada como medida de gracia para
evitar el aluvión de denuncias y posteriores sanciones que han sido
expedidas por parte de la Dirección General. Y si el límite y su
control lo colocamos en la máxima autorizada, es solo como ejemplo,
porque en todos los controles, tanto fijos como móviles, la
velocidad será la que marquen las señales y las propias vías.
A
partir de ahora, por tanto, atención porque nos la jugamos. Hasta
ahora, los 130-135 kilómetros por hora no nos los quitaba nadie
cuando circulábamos por autopista o autovía, y nadie puede asegurar
sin temor a equivocarse que haya sido la causa directa de la mayoría
de los accidentes, pero así están las cosas; y recuerden que donde
manda patrón el marinero solo tiene la opción de acatar las órdenes
de sus superiores. Por si no lo saben, que lo dudamos porque intuimos
poseen amplios conocimientos de la conducción y de sus vehículos,
que los velocímetros de los automóviles aceptan tolerancias hacia
arriba y abajo y que no siempre el fabricante puede asegurarnos con
total fiabilidad cuál es la del nuestro. Tráfico lo que ha hecho ha
sido utilizar la velocidad máxima autorizada para colocar en ese
límite el automatismo de los radares, por lo que superar los 128
kilómetros por hora puede representar una denuncia inmediata. Cierto
que no supone la retirada de puntos ni la sanción superará los cien
euros (siempre que no se trate de intersecciones o de centros
urbanos, porque entonces se valorará desde otra perspectiva), pero
sí que es una lata y que nos obliga, sobre todo a los usuarios que
no dispongan de control de velocidad en sus vehículos, a estar más
pendientes de no superar los máximos establecidos que de conducir.
Por
otra parte, ¿por qué no han tenido la deferencia de avisar con algo
de tiempo? ¿De qué se quejan luego en la Dirección General, de que
no se justifica ni se agradece su trabajo? ¿Debemos entender que se
ha tratado de recaudar euros a sangre para un Gobierno endeudado
hasta las cejas? Ustedes valoren la situación como crean más
adecuado, pero nosotros no acertamos a entenderla, y más si tenemos
en cuenta que este tipo de decisiones oficiales deben ser dadas a
conocer obligatoriamente por parte del organismo que las altere para
eludir situaciones evitables y costosas. Así, los habituales en las
carreteras y cruces que hasta ahora los sobrepasan por encima de la
velocidad permitida y sabían que no los denunciarían, estos días
están recibiendo todas las de las dos semanas anteriores, por lo que
la acumulación de denuncias ha acabado con su paciencia y se han
puesto en manos de las empresas y asociaciones especializadas en la
defensa de los usuarios en busca de algo de compasión de quien ha
demostrado en infinidad de ocasiones que ni la conoce.