Es
muy probable que el tema de los problemas de alimentación de casi un
millón de niños en nuestro país les suene de haberlo escuchado en
este mismo espacio hace unos meses, y así es, pero como la situación
no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado claramente, nos vemos
en la obligación de repetir el argumento en busca de gentes
generosas y solidarias una vez comprobamos que por parte de la clase
política, precisamente la causante de tanta desgracia familiar, se
busca con ahínco y mala intención la fórmula de dañarles cada día
un poco más. Primero, no reconociendo esta realidad alegando que
España daría una mala imagen de cara al exterior; segundo, negando
dinero para dedicarlo a semejante compromiso. Es más, cuando Cáritas
española ha denunciado esta situación, es decir, que casi un millón
de niños están mal nutridos en nuestro país, nada menos que el
ministro Montoro fue el que recogió el guante y negó la mayor sin
rubor y mucha caradura. Sin embargo, la realidad le ha superado
también en este asunto y las nuevas cifras denunciadas por las
organizaciones sin ánimo de lucro presentadas hace unos días
confirman que los números de hace unos meses se mantienen con rigor.
Por lo tanto, urge la intervención de quien más puede, porque
recordemos que el Estado es el que dispone de dinero y de medios en
cantidad suficiente como para frenar en seco esta deficiencia
alimenticia. Lo que pueda hacer por sí misma la ciudadanía habrá
que aceptarlo como de pura generosidad, aunque por el momento la
lección que está dando a la clase política la sobrepasa y la
ridiculiza.
De
acuerdo con lo que nos llega firmado por asociaciones y
organizaciones sociales, la situación que denunciamos se mantiene
así desde hace un año y medio. Los Ángeles de la Paz del padre
Ángel, Cáritas, Cruz Roja, etc., que son las más conocidas,
encabezan estos días, añadida a las campañas permanentes y
conocidas de necesidad de alimentos y ropa, otra ligada a la
imperiosa necesidad que tienen miles y miles de niños y niñas de
material escolar. Desde lápices a libros, desde carteras y mochilas,
hasta ropa y calzado deportivo. Se trata de conocer de cerca las
necesidades que controlan estas organizaciones en nuestra ciudad y
ponerse a disposición de ellas para echar una mano a quien menos
tiene. Sobre todo, porque los niños no merecen verse involucrados en
situaciones tan extremas e injustas, porque está demostrado y
confirmado que ellos y ellas no han hecho nada para que sus familias
padezcan de manera tan salvaje una crisis que les ha pillado de
sorpresa y que les ha empobrecido hasta límites insospechados. Y que
quede claro que si no somos capaces de evitar estos malos momentos,
difícil será que nos entendamos nosotros mismos y más aún que no
se nos caiga la cara de vergüenza.
En
cuanto a las peticiones que queremos hacer a la clase política con
corazón, que existe aunque muchos no lo creamos, que hagan todo lo
posible por evitar, primero, que nuestros niños y niñas sean
sometidos a este tipo de injustas situaciones, y, segundo, que pongan
en marcha las políticas sociales que alivien los malos momentos que
padecen miles de familias. Y es que tratándose de personas, que no
de otra cosa hablamos, de necesidades tan justificadas como que son
los menores de la casa los que con más intensidad vienen padeciendo
la crisis económica, los parches y las decisiones circunstanciales
sirven en la práctica de bien poco. Sinceramente, lo esperamos todo
de ustedes, señores y señores; de la clase política, la verdad es
que bien poco, aunque aceptamos que la esperanza es lo último que se
pierde.