El
asunto de la corrupción en España está pasando de castaño a
oscuro por minutos. No pasa un día en el que no amanezcamos con un
caso más que añadir a la ya larga lista de políticos y otros
especímenes que andan inmersos en asuntos poco claros. Lo del lunes
fue una bomba informativa de gran calado que estamos seguros que sí
que habrá llegado hasta lo más profundo de los sentimientos de la
ciudadanía, que asiste atónita y perpleja al desmantelamiento de
las redes dedicadas exclusivamente a obtener dinero de las
Administraciones en donde tienen amigos que ceden a sus peticiones a
cambio de cuentas millonarias en cualquier paraíso fiscal. Y decimos
que la noticia del lunes, con cincuenta y un detenidos y ahora
imputados, además del técnico informático de la Consejería de
Presidencia de la comunidad autónoma madrileña, que fue imputado
ayer al mismo tiempo que el vicepresidente de la Diputación de León,
ni se nos había pasado por la cabeza. Acostumbrados como estamos a
lo de los ERE y los cursos de formación, que son los temas más
escandalosos de corrupción que padece Andalucía, ni habíamos caído
en la cuenta de que se produjera la detención de nada menos que el
número dos de Esperanza Aguirre durante el tiempo que estuvo en la
comunidad de Madrid para luego recalar en el Senado como
representante del Partido Popular, el señor Granados, que ha estado
acompañado del presidente de la Diputación de León, de cinco
alcaldes, de un guardia civil y el resto constructores y otros
corruptos ligados a todo tipo de negocios sucios. En total, cincuenta
y tres personas que tendrán que vérselas con la Justicia a lo largo
de estos días y que tendrán que demostrar la procedencia del dinero
que poseen. También anotamos la detención y posterior puesta en
libertad de uno de los hijos del expresidente Pujol, Oleguer Pujol,
que a partir de ahora inicia un largo camino hacia el esclarecimiento
de su caso concreto, que recuerden tiene que ver con la adquisición
de las oficinas del Banco de Santander en todo el país por un valor
de más de dos mil millones de euros.
Si a
todo esto le sumamos la extendida corrupción detectada en la
comunidad valenciana, en la que cada vez quedan menos políticos por
imputar, con un expresidente de la Diputación de Castellón a punto
de entrar en prisión; con la alcaldesa de Alicante imputada en dos
casos de gran relevancia por prevaricación y cohecho; con el señor
Cotino, hasta hace unos días presidente de las Cortes Valencianas, y
el papel que desempeñó en el accidente del metro, y con un sobrino
que ha reunido una gran fortuna que tendrá que demostrar de dónde
proviene; con un nuevo presidente de las Cortes que está imputado y
aun así ha sido designado para el importante cargo que tiene que
desempeñar; con el señor Camps y alguno de sus compañeros de
partido inmersos en procesos judiciales de los que no tardaremos en
saber cómo se desarrollan… Y por si nos faltaba algo por conocer,
han saltado las alarmas porque ha sido noticia nacional que el
alcalde de Barcelona posee una fortuna de aproximadamente trece
millones de euros en Andorra y que antes tenía en un banco suizo.
Pero sumen porque Bankia, Caixa Cataluña, Caja del Mediterráneo, de
Castilla-La Mancha, de Galicia, etc., también forman parte del gran
proceso judicial que se sigue en contra de las personas que,
ejerciendo sus cargos, se dedicaron a robar a manos llenas todo el
dinero que pudieron, es decir, hasta que los descubrieron, porque el
ansia que tenían de acumular riquezas era realmente
desproporcionada.
Y a
no tardar, el caso Brugal, el Gürtel, lo del Jaguar en casa de la
señora Mato, que asegura que no se dio cuenta de que estaba en su
garaje; lo de los secretarios del Partido Popular, que ahora parece
que nadie los conoce; lo del caso Noos con el señor Urdangarín al
frente, que aunque parece dormido no tardará en volver a la
actualidad… Y los que no recordamos y que estamos convencidos
tardarán poco en generar más detenciones, porque lo de la
corrupción, además de ser una vergüenza nacional, representa un
duro golpe a nuestra democracia del que estamos convencidos no
saldremos indemnes. Y a todo esto, recuerden que en las calles de
nuestras ciudades y pueblos las gentes se arremolinan y manifiestan a
favor de trabajo, de ayudas para subsistir, para que les devuelvan el
dinero de las preferentes, para evitar los desahucios o para mejorar
la sanidad y la educación. Ahora se entiende mejor que nunca la
ruina que España tiene encima, porque todo se debe a que han sido
unos cientos de sinvergüenzas los que se han llevado el dinero del
resto de los españoles.