martes, 28 de octubre de 2014

EL ÉBOLA Y EL RESTO DEL MUNDO

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El ébola, que viene a ser como la enfermedad más salvaje y destructora que hasta el momento se han encontrado en su camino los científicos y la propia Medicina, sigue siendo noticia casi a diario por la aparición, en muchas ocasiones de enfermos que finalmente acaban no siéndolo, de personas infectadas, repetimos que aparentemente, pero que ante la duda lo mejor es actuar en consecuencia para evitar que se extienda de la forma que lo está haciendo en los países de origen de esta maldita enfermedad, que va camino de convertirse en pandemia. En España, como todos sabemos, se han conocido tres casos, dos que correspondieron a los misioneros que fueron expatriados para su control por parte de nuestros médicos y enfermeras, y una de ellas que lo fue parec debido a su trabajo junto a uno de estos dos sacerdotes. Este último caso ha sido el que más se ha estabilizado, informativamente hablando, entre nosotros quizá porque se dejó ver que lo de infectarse de ébola era relativamente sencillo. Luego, el paso del tiempo y la información que ha devenido de esta noticia, sabemos que no es tal y como parecía en un principio y que también tiene sus reglas. De hecho, luego de ingresar en el hospital para su control casi a ochenta personas, todas las que en su momento tuvieron proximidad con Teresa, la enfermera que la padeció y que ahora parece que afortunadamente la ha superado, la totalidad está recibiendo el alta médica y confirma, insistimos, que no es fácil adquirir la enfermedad como abrumadoramente se había informado a la población.

Por lo que sabemos de este virus, que entenderán que no sea mucho por nuestro desconocimiento general de la Medicina, su tasa de letalidad puede llegar al 90 %. Se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Sudán y en la República Democrática del Congo. La aldea en que se produjo el segundo de ellos está situada cerca del río Ébola, y de ahí el nombre del virus. Éste se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados. En África se han documentado casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva. Posteriormente, el virus se propaga en la comunidad mediante la transmisión de persona a persona, por contacto directo con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos. La infección del personal sanitario al tratar a los pacientes ha sido frecuente cuando ha habido contacto estrecho y no se han observado estrictamente las precauciones para el control de la infección.


En cuanto a los síntomas, que por el momento es la noticia que más aparece en las primeras páginas de los medios de comunicación, sabemos que se trata de una enfermedad vírica aguda grave que se suele caracterizar por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Los pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en su sangre y en las secreciones. El período de incubación, es decir, el tiempo que va desde la infección hasta la aparición de los síntomas, oscila entre 2 y 21 días. Teniendo en cuenta que no existe una vacuna contra este virus, y el hecho de que en estos momentos se estén fabricando y probando varias, debemos entenderlo como realmente es, o sea, que no existe ningún tratamiento específico, aunque se están evaluando nuevos tratamientos farmacológicos. Se impone, por tanto que las personas en general hagamos todo lo posible por reducir la infección a falta de un tratamiento eficaz y de una vacuna humana. De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha elaborado una lista de verificación de las precauciones generales que están concebidas para reducir el riesgo de transmisión de agentes patógenos, especialmente entre la comunidad médica, destacando los de origen sanguíneo. Su aplicación universal ayudará a prevenir la mayoría de las infecciones transmitidas por exposición a sangre o líquidos corporales. De ahí que recomiende aplicar las precauciones generales cuando se atienda y trate a cualquier paciente, independientemente de que sea un caso de infección presunta o confirmada.