El
ébola, que viene a ser como la enfermedad más salvaje y destructora
que hasta el momento se han encontrado en su camino los científicos
y la propia Medicina, sigue siendo noticia casi a diario por la
aparición, en muchas ocasiones de enfermos que finalmente acaban no
siéndolo, de personas infectadas, repetimos que aparentemente, pero
que ante la duda lo mejor es actuar en consecuencia para evitar que
se extienda de la forma que lo está haciendo en los países de
origen de esta maldita enfermedad, que va camino de convertirse en
pandemia. En España, como todos sabemos, se han conocido tres casos,
dos que correspondieron a los misioneros que fueron expatriados para
su control por parte de nuestros médicos y enfermeras, y una de
ellas que lo fue parec debido a su trabajo junto a uno de estos dos
sacerdotes. Este último caso ha sido el que más se ha estabilizado,
informativamente hablando, entre nosotros quizá porque se dejó ver
que lo de infectarse de ébola era relativamente sencillo. Luego, el
paso del tiempo y la información que ha devenido de esta noticia,
sabemos que no es tal y como parecía en un principio y que también
tiene sus reglas. De hecho, luego de ingresar en el hospital para su
control casi a ochenta personas, todas las que en su momento tuvieron
proximidad con Teresa, la enfermera que la padeció y que ahora
parece que afortunadamente la ha superado, la totalidad está
recibiendo el alta médica y confirma, insistimos, que no es fácil
adquirir la enfermedad como abrumadoramente se había informado a la
población.
Por
lo que sabemos de este virus, que entenderán que no sea mucho por
nuestro desconocimiento general de la Medicina, su tasa de letalidad
puede llegar al 90 %. Se detectó por vez primera en 1976 en dos
brotes simultáneos ocurridos en Sudán y en la República
Democrática del Congo. La aldea en que se produjo el segundo de
ellos está situada cerca del río Ébola, y de ahí el nombre del
virus. Éste se introduce en la población humana por contacto
estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos
corporales de animales infectados. En África se han documentado
casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés,
gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines
infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva.
Posteriormente, el virus se propaga en la comunidad mediante la
transmisión de persona a persona, por contacto directo con órganos,
sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas
infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por
dichos líquidos. La infección del personal sanitario al tratar a
los pacientes ha sido frecuente cuando ha habido contacto estrecho y
no se han observado estrictamente las precauciones para el control de
la infección.
En
cuanto a los síntomas, que por el momento es la noticia que más
aparece en las primeras páginas de los medios de comunicación,
sabemos que se trata de una enfermedad vírica aguda grave que se
suele caracterizar por la aparición súbita de fiebre, debilidad
intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va
seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal
y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Los
pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en su
sangre y en las secreciones. El período de incubación, es decir, el
tiempo que va desde la infección hasta la aparición de los
síntomas, oscila entre 2 y 21 días. Teniendo en cuenta que no
existe una vacuna contra este virus, y el hecho de que en estos
momentos se estén fabricando y probando varias, debemos entenderlo
como realmente es, o sea, que no existe ningún tratamiento
específico, aunque se están evaluando nuevos tratamientos
farmacológicos. Se impone, por tanto que las personas en general
hagamos todo lo posible por reducir la infección a falta de un
tratamiento eficaz y de una vacuna humana. De hecho, la Organización
Mundial de la Salud ha elaborado una lista de verificación de las
precauciones generales que están concebidas para reducir el riesgo
de transmisión de agentes patógenos, especialmente entre la
comunidad médica, destacando los de origen sanguíneo. Su aplicación
universal ayudará a prevenir la mayoría de las infecciones
transmitidas por exposición a sangre o líquidos corporales. De ahí
que recomiende aplicar las precauciones generales cuando se atienda y
trate a cualquier paciente, independientemente de que sea un caso de
infección presunta o confirmada.