jueves, 30 de octubre de 2014

CORRUPCIÓN GENERALIZADA E IMPARABLE

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La corrupción es uno de los males más generalizados en nuestro país. Y que conste que no es nuevo y que viene de muy lejos, casi desde que se creó el mundo que conocemos y con  fórmulas de gobierno parecidas a las actuales. Eso de echar mano del dinero que no es nuestro, sin embargo, entre nosotros se ha convertido en una especie de gimnasia compartida de la que vamos sabiendo muy poco a poco,  a cuenta gotas si exceptuamos lo del pasado lunes con la operación Púnica desarrollada por la Guardia Civil, que acabó con la detención de un total de cincuenta y tres personas ligadas a las Administraciones Públicas y de las que habían obtenido dinero ilícito. Además de lo que supone el robo como tal, además de la mala imagen que ofrecemos al resto del mundo, además debemos tener en cuenta el daño moral y personal que infringen a los suyos, a los militantes y gobernantes de los partidos políticos con compañeros implicados en la corrupción. De hecho, la idea más extendida entre la ciudadanía es que la clase política, sin excepción, no tiene más objetivo que medrar, trepar y robar. Por injusto, porque no es verdad y porque dañamos a personas inocentes que su único interés es el de echar una mano para que su ciudad o su pueblo mejore, rechazamos sin ambages esta opinión. Reivindicamos, por tanto, la honestidad en la mayoría de ellas y ellos y denunciamos la pillería de una minoría que afortunadamente está siendo presentada ante la Justicia para que sea ésta la que le condene como merecen.

Esto por una parte, pero no debemos olvidar que los robos que hasta ahora se han detectado representan facturas de miles de millones de euros, es decir, que no es cosa baladí ni mucho menos. Mientras entre nosotros, millones de personas padecen de manera injusta, se mire por donde se mire, los recortes de un Gobierno que parece no estar interesado en solucionar sus problemas y que no toma medidas que palien de alguna manera los malos momentos que atraviesan. Mientras que unos cuantos se han llevado el dinero a espuertas, y nunca mejor usado el símil, otros se las tienen que ver con los contenedores, de donde obtienen parte de la comida que comparten en familia. Dicho esto, que nadie dude que entre estos ciudadanos lo de la corrupción ha calado de forma y manera que sus opiniones ya no tienen vuelta atrás cuando de valorar a la clase política se trata. Si ya se sabía que lo de la crisis ha sido un gran trabajo desarrollado por el gran capital y que ellos y ellas, como simple trabajadores, no han sido culpables de nada, si a partir de ahora eligen partidos radicales y formaciones con escasa representación popular, que nadie se extrañe. Si a partir de ahora sus reclamaciones no solo son más regulares, sino más violentas, que tampoco se rasguen las vestiduras. Y es que cuando a la ciudadanía llega lo de la corrupción como está llegando, deducir que han reunido demasiados argumentos como para sentar las bases de lo que puede llegar a ser una nueva forma de hacer política, nos parece lo mínimo que se puede decidir una vez se ha comprobado que lo de llevarse el dinero de los españoles parece el único objetivo de quienes entran en política.


Llegados a este punto, la ciudadanía necesita con urgencia que se le explique, al tiempo que se le calma con información clara y transparente, la situación real de nuestro país, de cómo los gobernantes controlarán la sangría que supone el robo continuado que protagonizan sus propios compañeros y de si cambiará las leyes en vigor que los condena. Y es que mientras que el Código Penal no incorpore penas ejemplares, mientras los habituales a meter la mano en donde no deben sepan que, como mucho, un par de años en la trena para luego salir con el dinero robado dispuesto a disfrutarlo, todo seguirá igual si no peor. Eso y que no se permita que estos individuos permanezcan al socaire de su partido, cobrando sus extraordinarios sueldos y usando las prebendas propias de sus cargos hasta que no sea vista su causa en el juzgado que le sea asignado. Finalmente y sin causa que lo permita, que devuelvan la totalidad del dinero robado. ¡Ah! e inhabilitarlos de por vida.