
A las
desagradables experiencias ligadas con los coches usados se une
ahora, entre nosotros, el que la Policía Nacional haya detenido a un
empresario del sector de nuestra ciudad ligado con la manipulación
del kilometraje de algunos de los coches que vendía. Y decimos esto
porque todos sabemos que lo de adquirir un vehículo de segunda o
tercera mano no siempre es un acierto por razones obvias. Las
preguntas habituales que se hacen quienes eligen alguno de los que
encuentran en los escaparates van desde deducir las razones por las
que el anterior comprador se ha desprendido de él hasta si el hecho
de que esté tan bien cuidado es que esconde males mayores. Y tienen
su lógica si tenemos en cuenta que de un coche no se desprende casi
nadie sin una razón concreta: porque consume mucho, porque ya ha
cumplido demasiados años y comienza a dar problemas mecánicos de
envergadura, porque el dueño se ha visto obligado a malvenderlo
porque necesitaba el dinero, que ahora usan mucho los vendedores… A
los habituales y ensayados mensajes de que el coche siempre ha
dormido en garaje, que era propiedad de una mujer o de un sacerdote
se une ahora, efectivamente, la crisis como agente determinante de
las razones por las que se supone que se vende el coche de casa, que
casi siempre le añaden el latiguillo que, como tenían dos, se han
desprendido de uno.
La
realidad es que este mercado viene siendo desde hace años una fuente
de ingresos muy importante que se ha situado muy por encima de la
comercialización de los vehículos nuevos y que ha generado
infinidad de autoempleos, ya que la formación que se necesita es
mínima y la inversión mayor se hace normalmente en las
instalaciones, y no siempre, porque no todos los que se dedican a
este negocio cuentan con un domicilio y un nombre comercial
documentado ante la autoridad competente. Nos referimos a los
propietarios de los vehículos que vemos aparcados estratégicamente
en zonas de la ciudad a la vista en donde exponen sus modelos y en
donde podemos leer que se vende y un teléfono de contacto. Nosotros
siempre les hemos informado a ustedes de que no es la mejor opción,
y a los hechos nos remitimos. Es más, si en un establecimiento
reconocido de nuestra ciudad, con años a sus espaldas, resulta que
manipulaban los cuentakilómetros de algunos de los automóviles que
vendían, ¿qué nos podemos encontrar en quienes ni siquiera tienen
un domicilio fijo al que acudir a reclamar? Por supuesto que no
siempre será así, pero no debemos perder de vista la situación
para evitar males mayores.
La
detención de este profesional del ramo, conocido empresario con años
de experiencia en este mundo, ha supuesto una desagradable sorpresa
especialmente para los que en su día adquirieron su coche de segunda
mano en su establecimiento, puesto que lo que posiblemente antes eran
solo dudas, a partir de ahora se confirmarán las sospechas y hasta
es posible que se entiendan algunas de las averías que haya sufrido
el vehículo teniendo en cuenta los pocos kilómetros que reflejaba
su contador. Y como resulta que el poco kilometraje es un elemento de
excepcional valor en el mercado del usado, la manipulación no
siempre se hacía con fines meramente profesionales, es decir, con el
objetivo de convencer al comprador de que era seminuevo, y sí para
obtener más beneficios económicos directos, porque lo de poco
rodado, o de que procedía de una empresa y que ese concretamente era
del director, o de una empresa que los tiene rodando solo seis meses,
etc., toda la palabrería sirve para ganar más dinero.
A
partir de ahora, no caiga en el error de adquirir un coche usado por
lo que ve a primera vista. Pida la documentación del anterior
propietario, compruebe el libro de visitas al taller, pruébelo y no
caiga en el error de que le gusta y está dispuesto a llevárselo sin
más. El comprador del usado tiene los mismos derechos que si de un
coche a estrenar se tratara, con las limitaciones propias del
vehículo y su precio, pero con su garantía, con la seguridad de que
será atendido cuando lo demande el automóvil y con un nombre
comercial que deberá hacerse cargo de los males que con el uso vayan
apareciendo, al menos hasta que se mantenga la garantía.