lunes, 3 de noviembre de 2014

EL TIEMPO JUEGA EN FAVOR DE LOS CORRUPTOS

Imprimir

Los resultados que se desprenden de la Operación Púnica, que por ahora es un trabajo inacabado de la Policía Nacional, nos ha dejado como si dijéramos alelados, con cara de ingenuos y cabreados. Ahora más que nunca coincidimos en la justificada y urgente necesidad de que la democracia decida entrar en acción e imponga nuevos y más duros controles a todo lo que tenga relación con el dinero público, desde el uso que hacen los que poseen tarjetas de colores hasta los que ponen la mano después de permitir que los corruptores hagan y deshagan como les conviene a sus intereses y, de hecho, sean los que de verdad controlan los ayuntamientos en los que residen los corrompidos. Y no solo esto, porque se deberá ir más lejos y aprobar por unanimidad la devolución íntegra de lo robado. Por el momento, las penas de cárcel que se les suelen imponer a estos desalmados son mínimas, a lo que si le añadimos que pueden salir de la prisión cuando solo han cumplido unos meses, y que no han repuesto el dinero sustraído, comprenderán ustedes que eso de quedarse con lo que no es de uno sale realmente barato en nuestro país, por no decir que regalado.

Por el momento, y que conste que no nos esperábamos otra cosa, nuestros gobernantes nos hablan de pactos, de leyes de transparencia y otras sandeces que solo pretenden ralentizar el trabajo de policías y jueces. Mientras, pues yo lo están viendo, los imputados saliendo y entrando en los juzgados, enfrentándose a las preguntas de los magistrados y volviendo a salir sonrientes, como si no hubieran roto un plato en su vida. Es más, la detención del señor Granados, la del conseguidor Marjariza y la del presidente de la Diputación de León ha sido como una brisa de aire fresco que ha renovado el ambiente y que permite a la ciudadanía pensar que no todo está perdido. Lo deseable y parece que más compartido es que los sumarios no se eternicen, como sería el caso del Gürtel, que arrastra seis años desde que conocimos lo de los trajes del entonces presidente de la Generalidad valenciana, el señor Camps.

Por el momento, el tiempo juega a favor de los corruptos, y más cuando comprobamos que se les permite volver a sus domicilios o despachos y quitar de en medio todas las pruebas que les incriminen. Dar tiempo a quienes se han dedicado a manejar millones de euros obtenidos fraudulentamente es lo mismo que proporcionar una pistola a un desequilibrado. Un ejemplo con lo corrobora es el asunto de la familia Pujol, el hasta hace poco honorable presidente del gobierno catalán, que debe estar invirtiendo en abogados lo que no está escrito, pero que por el momento le va fenomenal. De otra forma no se entiende que un hijo suyo que no ha cumplido los cuarenta años le comprara al banco de Santander todas sus oficinas, que superan las dos mil, y necesitando para ello más de dos mil millones de euros. Si cuando la policía entra en su domicilio y encuentra escasas pistas y menos pruebas de los movimientos económicos de este genio de las finanzas, es lo menos que podía esperarse. Ya ocurrió con la sede del Partido Popular, que se visitó judicialmente tarde y mal, o la vivienda del señor Bárcenas, que finalmente ni siquiera no se produjo.


Nuestra posición sigue siendo la misma que desde el principio: respetar las decisiones judiciales y esperar a que el peso de la ley caiga sobre ellos con firmeza y no menos contundencia. A todo esto, ¿qué movimientos estarán desarrollando ante el Consejo General del Poder Judicial los representantes de los partidos políticos implicados en casos de corrupción? Si se parece al que desarrolló en su día el señor Trillo en la primera etapa del caso Bárcenas, muchos de los suyos quedarán limpios. Y si alguien no lo cree, tiempo al tiempo.