La
semana que viene conoceremos en qué ha consistido el desarrollo del
programa que Tráfico ha generado a lo largo de estos siete días en
las carreteras secundarias. Este tipo de carreteras, por su diseño,
la orografía del terreno por el que discurren, la calidad del
asfalto y la señalización deficiente que suele haber en su
totalidad, demandan con urgencia una actuación adecuada. Lo que
ocurre es que nosotros siempre hemos abogado porque el seguimiento
que pedimos esté en relación directa con su mejora y no con
controlar aún más la velocidad y los excesos que se producen en
algunas de ellas, que es lo que se ha hecho también a lo largo de
esta semana: colocar controles de velocidad en lugares estratégicos,
dejar que los móviles la recorran de un lado a otro las veces que
haga falta y poco más. Lo de pintar las líneas, eliminar la maleza
que no permite ver las señales con tiempo, renovar algunas de ellas,
mejorar la visibilidad y no menos el asfaltado, que está en pésimas
condiciones, tampoco.
Nuestra
ciudad y la totalidad de su comarca, además de su zona de
influencia, una vez nos olvidamos de la Nacional IV, que también
está hecha un cristo, se desenvuelve por este tipo de carreteras.
Por ejemplo: desde Andújar a Lopera, Arjonilla, Arjona, Pilar de
Moya, Porcuna, Baena, Marmolejo, Villanueva de la Reina, Cazalilla,
Escañuela, Espeluy, Mengíbar, Villargordo… Para qué seguir si
ustedes las conocen mejores que nosotros. Y que nadie eche mano de la
autovía, porque ésta nos lleva a Marmolejo, Lopera y al límite de
la provincia de Córdoba en dirección Oeste, y hasta Villanueva y
Mengíbar por el Este. Y punto. Y solo unos kilómetros, porque luego
los accesos propios de estas ciudades vuelven a ser vías secundarias
que dejan mucho que desear. Por lo tanto, ¿a qué tanto control sin
que por parte de la autoridad competente no se hagan movimientos
encaminados hacia una mejora general de las vías? ¿No sería más
rentable alcanzar un entendimiento entre las partes que permitiera
mejores vías de comunicación aunque estuvieran más controladas?
Naturalmente,
cuando las cifras de accidentalidad se exponen como ejemplo, la
justificación es mucha más sencilla, pero si nosotros, los
usuarios, hiciéramos lo propio y fotografiáramos los defectos de
las carreteras por las que viajamos y exigiéramos inversiones para
su arreglo, ¿qué diría la Administración? ¿Les podíamos poner a
ellos también multas por la dejadez con la que se enfrentan a la
mejora de la red general de carreteras o solo somos nosotros los que
infringimos las normas? Tal y como están diseñadas las relaciones
entre la ciudadanía y las diferentes Administraciones del Estado,
justificado está el avasallamiento, el menosprecio del conductor
como colectivo y el único que paga sus propios excesos, unas veces
con su vida y otras con dinero. Ellos, los poderosos, no tienen
responsabilidad alguna, y, cuando la perciben, colocan una señal
anunciando la anomalía detectada y ahí se acaba su obligación. A
nosotros no, a nosotros se nos abre expediente, nos restan puntos,
meten mano en nuestra cuenta corriente y nos significan socialmente.
¿Y a
nosotros quién nos paga las averías de nuestro vehículo por el mal
estado del firme? ¿Les podemos enviar las facturas que devienen de
los mil y un socavones que nos encontramos en el camino de ida y de
vuelta o las debemos seguir acumulando a la espera de que se haga
justicia de una vez? Por nuestra parte, dejar constancia de que todos
los controles que se hagan a los conductores están justificados,
pero también exigimos que, al mismo tiempo que se recorre la vía en
busca de la mejor ubicación del vehículo foto control para pasar
desapercibido y cazar a los más confiados, que anoten las
deficiencias de la carretera, que tampoco les llevaría mucho tiempo
y trabajo. Y lo mismo cuando hacen el recuento de la labor de los
agentes, que nos informe del número de ellos y que se haga lo propio
con la carretera. Sería la mejor manera de entendernos. Y si no, que
prueben.