viernes, 24 de octubre de 2014

CARRETERAS SECUNDARIAS

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La semana que viene conoceremos en qué ha consistido el desarrollo del programa que Tráfico ha generado a lo largo de estos siete días en las carreteras secundarias. Este tipo de carreteras, por su diseño, la orografía del terreno por el que discurren, la calidad del asfalto y la señalización deficiente que suele haber en su totalidad, demandan con urgencia una actuación adecuada. Lo que ocurre es que nosotros siempre hemos abogado porque el seguimiento que pedimos esté en relación directa con su mejora y no con controlar aún más la velocidad y los excesos que se producen en algunas de ellas, que es lo que se ha hecho también a lo largo de esta semana: colocar controles de velocidad en lugares estratégicos, dejar que los móviles la recorran de un lado a otro las veces que haga falta y poco más. Lo de pintar las líneas, eliminar la maleza que no permite ver las señales con tiempo, renovar algunas de ellas, mejorar la visibilidad y no menos el asfaltado, que está en pésimas condiciones, tampoco.

Nuestra ciudad y la totalidad de su comarca, además de su zona de influencia, una vez nos olvidamos de la Nacional IV, que también está hecha un cristo, se desenvuelve por este tipo de carreteras. Por ejemplo: desde Andújar a Lopera, Arjonilla, Arjona, Pilar de Moya, Porcuna, Baena, Marmolejo, Villanueva de la Reina, Cazalilla, Escañuela, Espeluy, Mengíbar, Villargordo… Para qué seguir si ustedes las conocen mejores que nosotros. Y que nadie eche mano de la autovía, porque ésta nos lleva a Marmolejo, Lopera y al límite de la provincia de Córdoba en dirección Oeste, y hasta Villanueva y Mengíbar por el Este. Y punto. Y solo unos kilómetros, porque luego los accesos propios de estas ciudades vuelven a ser vías secundarias que dejan mucho que desear. Por lo tanto, ¿a qué tanto control sin que por parte de la autoridad competente no se hagan movimientos encaminados hacia una mejora general de las vías? ¿No sería más rentable alcanzar un entendimiento entre las partes que permitiera mejores vías de comunicación aunque estuvieran más controladas?

Naturalmente, cuando las cifras de accidentalidad se exponen como ejemplo, la justificación es mucha más sencilla, pero si nosotros, los usuarios, hiciéramos lo propio y fotografiáramos los defectos de las carreteras por las que viajamos y exigiéramos inversiones para su arreglo, ¿qué diría la Administración? ¿Les podíamos poner a ellos también multas por la dejadez con la que se enfrentan a la mejora de la red general de carreteras o solo somos nosotros los que infringimos las normas? Tal y como están diseñadas las relaciones entre la ciudadanía y las diferentes Administraciones del Estado, justificado está el avasallamiento, el menosprecio del conductor como colectivo y el único que paga sus propios excesos, unas veces con su vida y otras con dinero. Ellos, los poderosos, no tienen responsabilidad alguna, y, cuando la perciben, colocan una señal anunciando la anomalía detectada y ahí se acaba su obligación. A nosotros no, a nosotros se nos abre expediente, nos restan puntos, meten mano en nuestra cuenta corriente y nos significan socialmente.


¿Y a nosotros quién nos paga las averías de nuestro vehículo por el mal estado del firme? ¿Les podemos enviar las facturas que devienen de los mil y un socavones que nos encontramos en el camino de ida y de vuelta o las debemos seguir acumulando a la espera de que se haga justicia de una vez? Por nuestra parte, dejar constancia de que todos los controles que se hagan a los conductores están justificados, pero también exigimos que, al mismo tiempo que se recorre la vía en busca de la mejor ubicación del vehículo foto control para pasar desapercibido y cazar a los más confiados, que anoten las deficiencias de la carretera, que tampoco les llevaría mucho tiempo y trabajo. Y lo mismo cuando hacen el recuento de la labor de los agentes, que nos informe del número de ellos y que se haga lo propio con la carretera. Sería la mejor manera de entendernos. Y si no, que prueben.