jueves, 9 de octubre de 2014

ESPAÑA EN EL PUESTO 21; ANDALUCÍA, DE LAS ÚLTIMAS ENTRE LAS REGIONES ESPAÑOLAS

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Lo que son las cosas. Ahora resulta que España, luego del inmenso número de turistas que llegan en busca de nuestras playas, cocina y buen trato que reciben, además de los precios naturalmente, ninguna autonomía puede sacar pecho y asegurar con total rotundidad que es la mejor de entre las mejores. De hecho, ni siquiera estamos entre las cien mejores del mundo, que ya nos parece demasiado. El asunto es que se ha editado un libro o recopilación repleto de encuestas y que de éstas se desprende que de los treinta y cuatro países que han quedado reflejados, Australia es el lugar del mundo que oferta mayor calidad de vida a sus moradores. Y es que nada menos que cinco regiones alcanzan la máxima calificación que ha elaborado la empresa editora. Concretando, Canberra y el oeste del país, es decir, de Australia, ocupan los dos primeros puestos. Ahora trataremos de encontrar la situación en la que nos han colocado los que han trabajado en la confección de este libro y veremos qué puntuación nos dan.

Euskadi es la mejor situada de entre todas las regiones españolas y lo hace nada menos que en el puesto 111; detrás, Navarra, en el 148, y Madrid, en el 154. En los últimos puestos, Ceuta, en el 303; Melilla, en el 282, y Andalucía, en el 242. El final de la tabla está ocupado principalmente por regiones mexicanas, que no es algo que nos afecte, pero que lo reflejamos para que se hagan ustedes una idea real sobre de qué va esta edición. Por lo que comprobamos, se trata de colocar en una escala repleta de valoraciones personales de quienes confeccionaron el libro, y a partir de ahí puntuar todo tipo de peculiaridades o características detectadas en todos los órdenes, desde la gastronomía a cómo se sirve a los clientes, pasando por hoteles, comunicaciones y, sobre todo, los precios de los servicios. Este informe, patrocinado por la OCDE, y que tiene su origen en el programa que inició esta organización alrededor del año 2011, trata de evaluar el bienestar de los ciudadanos, yendo más allá de los que generalmente suelen aparecer en informes de parecido contenido. En esta edición se ha ido mucho más lejos y se basan, además de las que les hemos comentado anteriormente, en nueve variables concretas: educación, empleo, renta, seguridad, sanidad, medio ambiente, participación ciudadana, acceso a servicios y vivienda.

Así, con el recuento realizado y llegando a la suma, los resultados revelan que a menudo las diferencias entre regiones de un mismo país son mayores que las que hay entre países distintos. Por ejemplo, el estudio destaca que la diferencia en los niveles educativos entre los trabajadores del País Vasco y los de Andalucía es igual que la que hay entre España y Suecia en su conjunto. No obstante, nuestro país consigue las mejores notas en los indicadores de seguridad y sanidad. En estos apartados todas las regiones obtienen calificaciones muy altas en estos conceptos, excepto, una vez más, Andalucía, que se queda en 7,3 de un total de 10, en sanidad; Melilla, con un 7,4 en sanidad, y Ceuta, que obtiene solo un 5,5 en seguridad y un 6,3 en sanidad. Los valores más bajos se alcanzan en la variable que mide el acceso al empleo, con una media de solo 2 puntos sobre 10, aunque este dato no creemos que necesite más justificación ni nadie que vengan a recordárnoslo.


En este estudio podemos ver también una clasificación global de los 34 países que componen la OCDE, y Australia vuelve a estar arriba de la tabla, seguida de Noruega y Canadá. España se queda en el puesto 21, y en los últimos lugares están Hungría, Turquía y México. El objetivo final de estos informes de la organización no es la medición en sí misma, sino que sus conclusiones influyan en las decisiones de los Gobiernos. Al final del estudio nos dicen que los indicadores que hemos podido leer pueden ayudar a las regiones a identificar sus fortalezas o debilidades y orientar sus políticas públicas teniendo en cuenta lo que más les importa a los ciudadanos. La pregunta queda en el aire. ¿Se habrán enterado los nuestros o tendremos que decírselo?