Aunque
los altibajos meteorológicos nos hagan creer que el otoño nos
permitirá seguir disfrutando de sol y poco frío, se trata de
espejismos poco fiables. La realidad es que no tardará en imponerse
el mal tiempo y que, consecuentemente, estamos obligados a echar una
mirada a nuestro coche en favor de nuestra seguridad. Durante el
tiempo de estabilidad y descanso, nuestro coche no nos ha dado un
problema, y seguro que tampoco lo hará a partir de ahora solo porque
el otoño acabe tirando las hojas de los árboles al suelo. Sí que
es verdad que, sobre todo si nuestro vehículo vive en la calle, lo
más probable es que presente las quejas propias de tiempos fríos y
escarchas mañaneras, es decir, que le cueste arrancar, que debamos
darle un respiro antes de ponerlo a circular y que, al
necesitar un esfuerzo extra de la batería y de elementos como los
limpiaparabrisas, por ejemplo, lo ideal sería que sometiéramos al
conjunto a una somera revisión para evitar males mayores, como sería
el caso de poner en marcha estos últimos sin antes haberles quitado
la arena y la suciedad que seguro habrá acumulado a lo largo de los
meses de verano. Son detalles aparentemente sin importancia, incluso
intrascendentes, pero que pueden darnos un susto en la cartera, que
ya sabemos que es lo más nos duele. También es momento para una
revisión del equipo óptico del coche, que llega un tiempo en que
debemos ponerlo en uso con más anticipación por la falta de luz
natural. Y no les digo nada del anticongelante, los aceites en
general y los del servofreno y el motor en particular, que demandan
atención profesional si tenemos en cuenta que estos últimos no
entran en las decisiones de cambio de la gran mayoría de nosotros,
los usuarios. Sin embargo, así es. Si el anticongelante debe
renovarse cada dos años, la misma suerte debe correr el líquido de
frenos, y no precisamente por capricho y sí porque así lo
especifican casi todos los fabricantes, especialmente si su vehículo
ha cumplido los ocho años.
Recordar
que el coche que tanto nos ha costado y que cuidamos en favor de
cuantas menos inversiones hacer sobre él, mejor para nuestra
economía, necesita de seguimientos concretos, escasos y delicados en
muchos casos. Sin ir más lejos, quizá llevemos un tiempo haciendo
kilómetros con unos neumáticos que efectivamente no nos han dado
problemas a lo largo de los meses secos, pero a partir de ahora, si
los sometiéramos a la opinión de un técnico, es posible que un
cambio sea la mejor decisión que podamos tomar si tenemos en cuenta
que la fijación del coche al asfalto, ahora más que nunca, demanda
fiabilidad mecánica a toda prueba, especialmente en caso de frenada
brusca. También es importante que el profesional compruebe la
frenada de las cuatro ruedas, que no crean que sea tan raro eso de
que unos frenen más que otros, con el consiguiente peligro que
supone de derivación hacia un lado a otro de la carretera. De hecho,
es una de las deficiencias más detectadas en las estaciones de
inspección técnica y que deberemos solventar en una nueva revisión,
lo que nos hará perder el tiempo y el dinero.
Naturalmente,
tratamos de inquietarles en su propio beneficio y no menos en el de
las personas que usan su coche al mismo tiempo que ustedes, que
siempre es gente querida. El seguro, la documentación en regla, los
controles oficiales superados, las luces, la mecánica, el
funcionamiento de la totalidad de los elementos que conforman nuestro
automóvil, como conjunto, no es precisamente un problema, pero sí
que necesita de un seguimiento personal y profesional. Es la única
forma que conocemos de evitar averías de mayor importancia y de
viajar con seguridad, aunque ya sabemos que este detalle es algo muy
relativo.