Ante
las idas y venidas, y no menos las paridas, de algunos de nuestros
políticos, ya sean éstos municipales, provinciales, autonómicos o
nacionales, estamos cada vez más convencidos de que su verdadera
intención es volvernos majaras para hacer y deshacer lo que les
convenga. Los ciudadanos que tienen la oportunidad de evadirse, de
huir de sus discursos y de sus premeditadas medidas, es fácil. Para
los que tenemos ineludible obligación de seguirles, de escucharles y
de valorar sus respectivos discursos, el asunto cambia como de la
noche al día. Por ejemplo, y sin ir más lejos, ¿cómo es posible
que un partido afirme con asumida rotundidad que los presupuestos del
Estado para 2015 han sido muy generosos con Andalucía mientras otro
asegura que todo lo contrario? Veamos: si dos y dos son cuatro, ¿de
dónde se sacan unos y otros los números para que, presentados cada
uno por su lado, al final tengamos que darles la razón a los dos?
Pues así está el tema. Luego, la realidad, que como el tiempo acaba
situando a cada uno en su sitio, certificará que solo una de las
partes llevaba razón.
Otro
asunto de calado nacional que ha revuelto el río y el océano más
próximos: las tarjetas “black card”, o sea, las tarjetas negras
como las intenciones que tenían sus poseedores, ya que permitían a
los consejeros de Bankia pagar, viajar, comprar y cualquier lujo que
les apeteciera sin que se detectara por parte de la Hacienda pública,
que comprobamos sigue siendo obligación ineludible para unos pocos y
que eso de que Hacienda somos todos es simplemente una frase
publicitaria. Así, desde los consejeros que se gastaron más de
quinientos mil euros en caprichos y regalos hasta los que, cuatro
concretamente, no la usaron nunca, estas tarjetas de crédito han
supuesto, dicen los denunciantes, más de doce millones doscientos
mil euros. El señor Blesa, el linarense al que se le dieron cenas,
comidas, medallas y llaves, se gastó en menos de un mes, justo el
que sabía que lo iban a cesar, casi diecinueve mil euros, o sea, lo
que viene a ser un poco más de tres millones de las antiguas
pesetas. En algunos casos, por seguir sacando punta a la noticia, la
tarjeta se la mantuvieron hasta ocho meses después de ser cesados
como consejeros. Ahora, Hacienda se propone investigar a las empresas
de IBEX 35, por si tienen o han tenido este tipo de tarjetas. Y todo
porque estos gastos, que Bankia decía ante la Agencia Tributaria que
se trataba de errores informáticos, no pasaban por los controles de
las declaraciones de los respectivos consejeros.
No
sabemos si por esta causa o porque un juez ha decidido meter mano a
otra de las cajas españolas donde más dinero se ha perdido,
concretamente la Caja de Ahorros del Mediterráneo, el caso es que se
ha descubierto que su presidente, que tampoco ha estado solo en este
presunto desfalco, cobraba más de trescientos mil euros en dietas al
año. Y lo peor de todo es que este tipo se había ido de rositas a
su casa sin que nadie le llamara la atención. ¿Y en qué coinciden
estas dos cajas de ahorros y sus sistemas de evadir el dinero
obviando a la Agencia Tributaria? En que ambas han sido rescatadas
con el dinero de todos. Una con más de veinte mil millones; la otra
casi quince mil. Dicho esto: ¿será posible que estos canallas
ladrones de guante blanco sigan viviendo como ricos
“deyanomecabemásdinero” sin que la Justicia los encarcele? Por
el momento, lo evidente es que nuestro país mantiene diferentes
raseros cuando de enjuiciar a alguien se trata. Y, de ser así, que
el equipo de abogados que defiende a estos desalmados sin escrúpulos,
credo, familia ni honor, debe ser realmente ganador y lo que queda
para nosotros no da para mucho más que retirarnos una multa de
tráfico.