Dicen
las estadísticas que un poco más de diecisiete millones de
vehículos acudieron el año pasado a las estaciones técnicas de
vehículos a superar los controles a los que son sometidos para poder
seguir circulando. Si tenemos en cuenta que hemos superado y con
creces los treinta millones, el resultado es bien sencillo, porque
esto quiere decir que más de trece millones no acuden a estos
controles. Lo que representa como falta administrativa no tiene mayor
importancia, ya que lo trascendente es que junto a nosotros circulan
automóviles o camiones o furgonetas que no han sido presentadas a
los técnicos de estas estaciones en busca del visto bueno
imprescindible para seguir circulando. Ese es el problema y el
peligro que debemos añadir a un asunto que, por la crisis, por
dejadez, por menosprecio, pero en todo caso una decisión peligrosa
para el resto de usuarios, dejan de cumplir con su obligación. Y son
precisamente estos interesados incumplidores los que se encargan de
propagar todo tipo de menosprecios a estas revisiones, desde que no
sirven de nada hasta que se trata de un sistema del Gobierno
perfectamente diseñado para recaudar. Por supuesto, en sus
aseveraciones no faltan afirmaciones como que en realidad dañan los
vehículos, que no tienen en cuenta los detalles más importantes en
el momento de la inspección o que después no mantienen el
seguimiento obligatorio a los fallos detectados.
Por
si faltaba algo en este asunto, como se trata de una operación de
obligado cumplimiento que demanda la inversión económica del
propietario del vehículo, no cesan de aparecer negocios paralelos
que solo persiguen echar mano del dinero y salir corriendo. De hecho,
de manera regular aparecen noticias relacionadas con estaciones no
oficiales o que hacen la vista gorda con el único objetivo de ganar
adeptos entre aquellos que o no andan bien de dinero o simplemente
tratan de evitar una revisión a fondo. Afortunadamente, Tráfico
mantiene un control permanente sobre los vehículos que, por su
matrícula, deben acudir a las revisiones obligatorias en estos
centros. De momento, las denuncias y posteriores sanciones económicas
que se acumulan a lo largo del año superan con creces las
previsiones más optimistas, ya que todos los años aumenta la
recaudación de forma progresiva e imparable.
Aceptando
que la crisis económica se ha cebado con muchos propietarios de
vehículos de forma que se han visto obligados a priorizar la escasa
inversión con la que cuentan, lo de postergar para cuando se pueda
lo de acudir a esta cita supone un gran error. Y no solo porque en el
momento en el que sea detectado por la autoridad pagará con creces
lo ahorrado hasta ese momento, sino porque viaja en un vehículo del
que no puede esperar nada bueno. Eso es lo que debe tenerse en cuenta
y no exclusivamente el dinero. Por cierto, gran error cometen quienes
creen que solo la guardia civil de Tráfico puede pedirles la
documentación precisa de si ha efectuado la revisión anual o
bianual; la policía local hace lo mismo y en cualquier momento. De
hecho, entre la documentación que exige al propietario cuando se
produce un atestado, las revisiones en la ITV forman parte de esta
documentación.
Cumplir
con esta obligación es hacernos un favor a nosotros mismos y no
menos a quienes viajen con nosotros. El seguro, la ITV, las
revisiones y el mantenimiento general del vehículo, al final de todo
el recuento y la inversión económica que debemos hacer, nos sale
rentable porque nos evita males mayores. Por lo tanto, aunque nos
cueste y sabemos que mucho, lo que debamos hacer obligatoriamente, en
ningún caso es bueno dejarlo para otro día.