miércoles, 12 de noviembre de 2014

CATALUÑA ANTE SU FUTURO MÁS COMPROMETIDO

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Cuando un amigo se va, como reza la canción de Alberto Cortez, algo se muere en el alma. Y esta es la sensación más compartida por cómo están discurriendo las cosas en Cataluña. Mientras en esas hermosas tierras se observa todo lo español, incluidas las personas, con odio y un menosprecio que raya el vómito, en el resto, entre nosotros, la indiferencia parece presidir el instante, cuando no la despreocupación y la desgana. Quizá porque desde siempre ha sido así, porque desde siempre se nos ha observado desde Cataluña como gente menor a la que con solo darle pan era suficiente para explotarlo sin misericordia. Por eso, y porque nadie como los andaluces estamos autorizados a denunciar lo que para muchos ha supuesto  un calvario desarrollar sus sueños y su futuro,  queremos dejar claro que la independencia que exigen debería plantearse como un asunto de Estado y no solo porque en principio lo sea, sino porque cuando de romper una nación se trata deben ser todos sus habitantes los que decidan por absoluta mayoría. Y como no ha sido así, como la convocatoria de una consulta popular ha sido una patraña, como un asunto de tanta trascendencia no ha contado con el apoyo de nadie, rechazarlo es lo menos que se nos ocurre.

No obstante, porque podemos estar preocupados y al mismo tiempo prestos a lo que la mayoría decida, trabajar en favor de un entendimiento entre las partes y un posterior consenso sería lo deseable y seguro que lo mejor para todos, incluidos los que han votado a favor de la independencia. Entre otras necesidades básicas y urgentes, es fundamental que se le explique a la ciudadanía, a toda, aunque especialmente a los catalanes, lo que ocurrirá el día después, cuando por fin hayan conseguido su ansiada independencia. Si de verdad son tan peseteros como se dice, si son tan tacaños como nos cuentan las viejas crónicas castellanas, que sean economistas y no políticos interesados los que les informen de las consecuencias que se derivarán de la nueva situación desde la que tendrán que tomar sus decisiones, pagar las pensiones de los jubilados, los sueldos de los funcionarios, la parte de la deuda que le corresponde, los gastos del día a día y lo más importante: ¿qué ocurrirá con sus productos en el resto de España? Actualmente, de acuerdo con los porcentajes que manejan los propios empresarios catalanes, las ventas han descendido lo suficiente como para que estén preocupados. Y de camino vienen fechas en las que el ciudadano del resto del país tiene una oportunidad única de demostrar su rechazo, ya que el cava, por ejemplo, hoy día forma parte casi de nuestra dieta, pero como existen más marcas en el mercado de calidad parecida, si no superior, y precios ajustados, y encima, en nuestro caso, procedentes del mercado andaluz, estamos perdiendo el tiempo en dudar la elección.

Lo que nos llega de Cataluña está siendo observado con meticulosidad por quien acude al comercio en busca de alimentos o de complementos para el hogar. Si ponemos un poco de atención veremos que no son pocas las personas que buscan la procedencia del producto y rechazan el “made in Cataluña” sin saber bien por qué, pero que se ha convertido en una costumbre que está dañando enormemente la economía catalana, y si tenemos en cuenta que este guirigay acaba de empezar, deducir que no será fácil reconducirlo tampoco debía extrañarnos. Y de lo del fútbol, una vez que el F. C. Barcelona, como máximo representante del fútbol catalán, apoya públicamente la independencia, mucho nos tememos que su futuro como equipo de bandera, en relación con España, esté en la cuerda floja. En definitiva, que son infinidad de coordenadas de referencia las que debían haberse puesto al servicio de este asunto y que, como vemos, el empecinamiento de las partes parece no tener salida fácil.


El último aviso ha sido de una multinacional de las finanzas que ha advertido que se llevará los fondos de inversión que tiene en Cataluña, y parece que son muchos. Ya veremos en qué acaba esta desagradable historia. Sea como sea, por favor que no vejen ni menosprecien al resto de los españoles. Además de ser una actitud de muy mal gusto, confirmaría opiniones que hace años que llevamos reservándonos.