martes, 11 de noviembre de 2014

LOS SUELDOS Y LAS DIETAS DE CONGRESISTAS Y SENADORES

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Cuando se insiste, especialmente desde fuera de nuestras fronteras, que España es diferente, no van descaminados. Y no tanto por la sangría, la paella o los tablaos flamencos y sí por las especiales características implantadas para desenvolvernos, por ejemplo, en política. Estos días estamos conociendo, cada día con más detalles, el asunto de los viajes del presidente de Extremadura, José Antonio Monago, y, aunque menos mediático, el del también diputado por Teruel por el Partido Popular, Carlos Muñoz, que se ha visto obligado a dimitir luego de que se conocieran los viajes realizados a Tenerife, también a Canarias, como el presidente extremeño, los dos últimos años y con cargo al Congreso, y lo que es muy llamativo, los dos políticos para verse con la misma mujer. La expulsión se ha basado en un detalle que no siempre se tiene en cuenta por parte de la clase política  y es que pueden ser legales algunas de las acciones que protagonizan, pero es evidente que no éticas. El señor Monago, que este fin de semana rompió a llorar cuando sus compañeros le dedicaron grandes aplausos y gritos de ¡presidente!, ¡presidente!, ha dejado claro que se trataba de viajes de trabajo, aunque este detalle ha sido desmentido por sus compañeros de partido en Canarias, que aseguran que solo en algunas ocasiones se había dejado ver por el partido, pero sin comisión de trabajo. Como no podía ser de otra forma, el trabajo periodístico ha sido el que ha sacado este turbio asunto a la luz y al día de hoy sabemos, repetimos, de la existencia de una mujer que parece ser mantenía relaciones con ella está en medio de la justificación de los desplazamientos a Canarias.

Paralelamente, en la sociedad se han instalado serias dudas sobre los procedimientos que se siguen por parte del Senado y el Congreso con respecto a las asignaciones económicas que disfrutan los integrantes de ambas cámaras, según los cuales no tienen obligación ninguna de justificar sus gastos. De entre otros, si no residen en Madrid, cuentan con más de mil ochocientos euros al mes para vivienda, ciento veinte euros de dietas diarias si viajan por España y ciento cincuenta si lo hacen al extranjero, y doscientos ochenta euros para dedicarlos a taxis. Por supuesto, siempre viajan en primera o vip, ya sea en tren, avión o  barco sin que tengan que abonar los billetes y, repetimos, reciben este dinero lo gasten o no sin necesidad de justificarlo. Por el momento hemos conocido el caso del presidente extremeño y el del congresista del Partido Popular por Teruel, pero convénzanse de que en tromba o poco a poco iremos conociendo casos de corte parecido, porque es el propio sistema el que invita al engaño. Como se ha ideado por ellos mismos, como son ellos los que se marcan las dietas y los sueldos, entenderán ustedes que hayan hecho todo lo posible por ponérselo fácil. Así, ¿quién puede eludir mejor que nuestros representantes en el Congreso y en el Senado los asuntos que nos puedan parecer turbios?


En cuanto al sí o al no sobre que los diputados y senadores den explicaciones a las Administraciones del Congreso y el Senado, está claro que, al tratarse de dinero público, de nuestro dinero, no cabe ninguna duda cuando de reclamar en qué se invierte sea conocido por la ciudadanía. Y no debe caber ninguna duda también sobre esta obligación, que deseamos se apruebe cuanto antes la norma legal que obligue a las partes a dar todos los detalles necesarios que demanda una situación tan absurda como ilegal. El dinero de todos exige que todos también sepamos dónde se invierte y cómo. Cualquier otra teoría debería pasar ineludiblemente por el filtro de la cordura y el buen gobierno.