viernes, 7 de noviembre de 2014

LA BICICLETA TIENE FUTURO

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Venía pisándole los talones, pero fue el año pasado cuando el mercado de la bicicleta superó al del automóvil. Más de un millón trescientas mil unidades repartidas por el país ha sido el número de estos vehículos de dos ruedas, que, si tenemos en cuenta los problemas de movilidad y peligrosidad que arrastra, es para que los fabricantes se sientan más que satisfechos. El hecho de que las ciudades hayan comenzado, aunque muy lentamente, a tener en cuenta a estos usuarios y sus bicicletas es evidente que ha sido determinante para que en estos momentos se sitúe en puestos de privilegio frente al resto de la oferta que encontramos en el mercado, aunque ninguno de ellos reúnen características tan particulares como el hecho de que moverse con ellas no supone ningún gasto añadido y, además, resultan beneficiosas para la salud, puesto que a estas alturas todos sabemos que el que mueve las piernas, mueve el corazón.

Por otra parte, el interés manifestado en varias ocasiones y la dedicación e inversión que muchas ciudades españolas llevan a cabo para integrar las bicicletas con relativa seguridad por sus calles y avenidas, como era de suponer, está siendo un acicate más que beneficioso para que los usuarios que andaban recelosos por las dificultades que tenían cuando querían desplazarse de un lugar a otro de su ciudad sobre su bicicleta, decidieran su compra. De otra forma no se entiende que hayan superado en trescientas mil el millón de unidades vendidas, y más si sabemos que para elegir bien es fundamental que el precio esté próximo a los trescientos euros. Con todo, la situación real del ciclista en ciudad y carretera sigue siendo peligroso porque, aunque aceptemos que se ha llevado a cabo bastante trabajo, la realidad es que circulan desamparados y al mismo tiempo enfrentados con el resto del mundo, y no siempre porque no son respetados y sí porque no faltan en este colectivo los que no aceptan las Normas de tráfico en vigor que tanto les beneficiarían y optan por circular como mejor les viene, es decir, direcciones prohibidas, calles peatonales y, en carretera, en grupos y sin prendas destellantes que les hagan visibles desde lejos. 
  
Teniendo en cuenta el aumento de los usuarios, las ventas imparables que están obteniendo y el número de ellos y ellas que se echan a la calle a diario, deducir que la autoridad competente no tardará en actuar con el objetivo de hacerle el desplazamiento más seguro y, de rechazo, conseguir ciudades menos contaminadas y menos ruidosas en las que vivir sea más soportable. Por supuesto que la tarea no es sencilla y que necesita de inversiones importantes, pero el peso específico que representan quienes han decidido que la bicicleta sea su medio de transporte, les obliga a la creación de zonas, calles y avenidas en las que el protagonismo sea casi exclusivo para la circulación de estos vehículos.

Entre nosotros es evidente que lo poco que se ha realizado hasta el momento ha sido, no solo escaso, sino inútil. Con los dedos de la mano se pueden contar los ciclistas que usan el carril-bici construido en los alrededores del parque empresarial Europa, que por cierto está muy estropeado y está claro que no ha sido por el uso y sí por la mala calidad que en su día se utilizó para realizarla. Y su costo no crean que fue mínimo, porque recordamos que alcanzó los cuatrocientos mil euros y que lo ejecutó una empresa de Arjona que quizá podría contarnos en qué condiciones se vio obligado a desarrollarlo.