A
estas alturas, a nadie se le escapa que no todos los condenados por
corrupción, y no son pocos y aumentando por días, son tratados de
igual forma. De entre los que más polémica han generado, sin duda
que el expresidente de Baleares, señor Matas, ostenta el primer
puesto, aunque si presentamos al antiguo presidente de la Diputación
de Castellón, expresidente del Partido Popular de esa provincia y
también expresidente de la Cámara de Comercio de esa ciudad, o sea,
el señor Fabra, el de las permanentes gafas oscuras y el aeropuerto
sin aviones, el “ranking” cambia significativamente. Y es que las
diferencias son claras: Matas está en la cárcel y la polémica
viene como consecuencia de la concesión de licencia para salir por
la mañana y volver a prisión solo a dormir, que por cierto fue
anulada por el consejo de ministros del pasado viernes. En el caso
del castellonense el asunto no se parece en nada, ya que luego de ser
condenado en firme por un tribunal a cuatro años de cárcel por
delito fiscal, sigue en la calle. Se ha escudado en todas las medidas
legales a su alcance, incluido el indulto que decía en su momento
que no solicitaría. Finalmente, éste no le ha sido concedido por el
Gobierno y su entrada en prisión debería ser inmediata. Sin
embargo, ahí está, retando a las instituciones y al mismísimo
estado de derecho. Es más, presume de la sincera y profunda amistad
que mantiene con la Fiscalía de la comunidad valenciana, lo que
indica que no está solo en eso de dejar la calle para ingresar en
prisión.
Enfrente,
y por los mismos delitos aunque no proviene de la política, pero sí
de su unión con uno de ellos, Isabel Pantoja, que lleva cinco días
en la prisión sevillana de Alcalá de Guadaira, y ya ha saltado a
los medios la confirmación de que desde el minuto uno está
recibiendo trato de favor: que si fue la propia directora la que le
mostró las instalaciones carcelarias en una especie de gira
triunfal, de que en unos meses obtendrá permiso para que solo tenga
que dormir en la prisión y que le han eximido de las tareas
obligatorias que realizan las condenadas en el recinto. Según los
técnicos que han denunciado este supuesto trato de favor, que no son
otros que el mismísimo sindicato de los funcionarios de ese centro
carcelario, la anormalidad preside la llegada de la cantante, a la
que se le ha permitido todo tipo de lujos, desde la propia celda
hasta los tiempos para las llamadas y las visitas. Por el momento se
ha iniciado una investigación y estamos a la espera de conocer quién
será finalmente responsabilizado del supuesto estado de gracia con
el que ha sido recibida en la prisión.
Son
dos casos que nos sirven de ejemplo del estado de la Justicia en
España y de la que deberá salir airoso el mismísimo Consejo
General del Poder Judicial, que lleva tiempo siendo cuestionado por
avalar sentencias claramente incongruentes de las que desde luego no
deben sentirse precisamente orgullosos. Si tenemos en cuenta que
actualmente están contabilizados nada menos que mil setecientas
causas abiertas por corrupción y que están por llegar sumarios como
el Gürtel, los ERE, los cursos de formación de Andalucía y Madrid,
las operaciones Brugal, Enredadera, tarjetas “black”,
Mercasevilla, Púnica, Pujol, Trías y demás, la acumulación de
imputados va a ser histórica por la cantidad y por los cargos de
responsabilidad de todo tipo que los protagonistas han desarrollado
en las diferentes áreas de la empresa privada y de la
Administración. Por el momento, según la ONG Transparencia
Internacional, estamos situados en el puesto número cuarenta de los
países corruptos, justo entre Brunei y Cabo Verde. Pero no se
preocupen porque no tardaremos en escalar hacia los primeros puestos.
Es cosa de que los que pueden, es decir, los corruptos, se lo
propongan.