El
enfrentamiento, la convivencia o los acuerdos tácitos y social y
familiarmente aceptados en torno a la mujer y el hombre siguen
ofreciéndonos datos por demás preocupantes por el contenido
machista con que el hombre se expresa y entiende cuál es el papel
que cada uno debe tener en la familia o como pareja. Emilio de Llera,
consejero de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, ha venido
a corroborar lo que eran solo dudas y de las que teníamos escasas
noticias. El asunto es que la ciudad hispalense recibe los días 10 y
11 de este mes un congreso que tiene como objetivo responder a las
necesidades formativas de las personas que desarrollan su trabajo en
la prevención y en la reacción frente a la violencia de género,
con especial atención a los profesionales de la educación y la
comunicación. Consecuentemente, si se organiza un congreso con este
específico contenido, si se trae a Sevilla a profesionales tan
cualificados y se quieren obtener políticas que permitan una mejor
convivencia y, sobre todo, se respete a las mujeres sus inviolables
derechos, suponer que el problema, en contra de los que creíamos
estaba en decidido retroceso, se mantiene e incluso aumentado.
Los
datos que aporta el Gobierno andaluz al respecto nos dice que nada
menos que un veinticuatro por ciento de los jóvenes andaluces
considera que el lugar de una mujer está en su casa, con su familia,
y el diez por ciento está convencido que el hombre es el que debe
tomar las decisiones importantes en la pareja. Además, tomen nota,
más del veinte por ciento opina que la mujer es más débil que los
hombres y casi un ochenta y tres por ciento de los chicos no
creen que tengan riesgo de sufrir violencia de género en sus futuras
relaciones de pareja, porcentaje que baja hasta el sesenta y ocho por
ciento en el caso de las chicas. Estos datos, tan duros como
preocupantes, nos llegan procedentes del Informe Andalucía Detecta,
que ha sido elaborado por el Instituto Andaluz de la Mujer y del
Informe Social de la Juventud en Andalucía, a su vez realizado por
el Instituto Andaluz de la Juventud, el Centro de Estudios Andaluces
y la Consejería de Educación, o sea, avalado por organismos que
desarrollan toda su labor alrededor de los jóvenes.
En
sus conclusiones también se nos avisa de que una cuarta parte de los
jóvenes andaluces cree que las causas de la violencia de género son
el alcohol y las drogas, y la mitad de la población juvenil
considera que la mujer aguanta el maltrato, que no sabemos si han
llegado a esta conclusión por lo que observan en su propio hogar o
por lo que les cuentan. Sea como sea, estas conclusiones serán
objeto de estudio en el Congreso
para el Estudio de la Violencia contra las Mujeres
que organiza la Junta y que esta edición se centrará en la
violencia de género en adolescentes, colectivo en el que los casos
de maltrato han aumentado un treinta y tres por ciento, sobre todo
mediante amenazas en las redes sociales o vejaciones. Por lo tanto,
esperar a que nos lleguen las tareas analizadas por los estudiosos
alrededor de este campo de trabajo es lo que nos queda. No obstante,
asumir cuanto antes que la actual situación responde a un profundo
desconocimiento de la realidad que nos envuelve como sociedad es
posible que nos resulte beneficioso, al tiempo invertir en la
recuperación de parámetros de cordura colectiva que nos permitan
desembocar en estadíos de entendimiento más lógicos y soportables
entre la mujer y el hombre, especialmente entre los jóvenes.
Se
decida lo que crean más adecuado estos profesionales y asumiendo que
será lo mejor para las partes enfrentadas, que conste que fácil no
va a ser porque incrustado en las personas encontramos este tipo de
pensamientos sobre la mujer, y erradicarlos de su forma de ser, de
reinterpretar el rol de las mujeres en la familia, es una tarea
ímproba de resultado por el momento incierto.