Obligados
por la actualidad, nos enfrentamos hoy con el tema de los incendios
caseros, esos en los que mueren personas indefensas ante el ataque
desproporcionado a veces de unas llamas que acaban con la vivienda e
incluso el edifico en horas y que en muy pocas ocasiones permite a
sus moradores escapar de ellas. Este fin de semana nada menos que
tres han sido las personas calcinadas en sendos incendios:
dos mujeres y un hombre en Sevilla, Castellón y Barcelona. Todo
apunta a que fuentes de calor son el origen de los tres siniestros.
Los incendios, que vienen a convertirse en una situación de angustia
de la que no siempre se sale sin daños físicos y psicológicos,
suelen ocurrir por infinidad de causas, aunque el hecho de que se
produzcan especialmente en invierno nos da una idea ajustada de lo
que en realidad los inicia, es decir, que el uso de cualquier tipo de
fuente de calor, si no somos cautelosos y no dejamos nada al azar,
son la causa directa de que éstos acaben con lo que encuentren a su
alrededor.
No
faltan desde luego los que tienen en su origen en el gas, o los que
comienzan por una colilla mal apagada o cuando el fumador acaba
durmiéndose con el cigarro sin apagar y prende el colchón, o los
que ocurren cuando una chispa se escapa del fuego de la chimenea y
encuentra lugar en donde continuar ardiendo… Por supuesto, no
faltan los que nacen de un cortocircuito o procedente del uso de una
radial en una habitación cerrada, que es algo que no siempre tenemos
en cuenta, pero que ha sido causa de muchos de los incendios que
conocemos. Queda claro, por tanto, que el origen del incendio tiene
infinidad de frentes y que todos se podían evitar si cayéremos en
la cuenta de cuidar hasta el más mínimo detalle. No digamos
nada de los braseros caseros, los eléctricos y los de picón o
carbón, que por el momento encabezan la lista que los controla y que
tiene su origen en algo tan elemental como el que no cuidemos que las
faldas de la mesa de camilla caigan dentro del recipiente y acaben
ardiendo.
Sabemos
que por parte de los servicios sociales de los ayuntamientos, de los
centros de mayores, de asociaciones de todo tipo e incluso agentes de
la policía local se trabaja a favor de un mayor conocimiento de una
realidad que todos los años acaba con la vida de muchas personas a
causa de los incendios que, y es lo que más preocupa, pudieron
evitarse con solo haber conocido las causas más comunes por las que
se producen estos accidentes domésticos. Conocerlas, desde luego,
pero no menos importante es saber cómo defenderse de ellas
hasta que alguien nos socorra, desde el vecino o los bomberos. De
entre los más conocidas, tomen nota:
• Conozca las posibles vías de escape y la ubicación de extintores caseros y su manejo.
• Corte la corriente eléctrica y la entrada de gas.
• Si es posible, retire los productos combustibles o inflamables próximos al fuego.
• Intente apagar el fuego sólo si es pequeño y se puede controlar.
• Si intenta apagarlo, debe situarse entre el fuego y la vía de escape.
• No utilice agua. Si no puede apagarlo, no corra riesgos inútiles, busque un lugar seguro y abandone la zona.
• Al abandonar el lugar, cierre las puertas al salir, gatee si hubiera humo y no empuje a otros afectados.
• No utilice los ascensores como vía de evacuación.
• En caso de no poder abandonar la vivienda por el fuego, enciérrese en una habitación, tape las ranuras de la puerta, preferiblemente con trapos mojados para evitar que entre humo y hágase ver por la ventana.
Repetimos que son solo unos consejos, porque son más los que pueden necesitar. Y recuerden que una llamada a tiempo al 112 puede salvarle la vida.