Con
que solo nos asomemos a la calle o se nos ocurra atender las
informaciones de los medios de comunicación en cualquiera de sus
formas, las elecciones municipales y autonómicas, que son las
primeras que en el calendario electoral serán convocadas, parecen
estar a la vuelta de la esquina. Ayuntamientos y partidos,
respectivamente, trabajan a marchas forzadas en busca de repetir el
éxito de las anteriores o, por el contrario, para recuperar lo
perdido, o plantarse ante los ciudadanos por primera vez exhibiendo
la vara de mando que le confiere el poder por cuatro años.
Inmediatamente después, las nacionales y las autonómicas, que eso
es algo que solo ocurre en Andalucía, que unen las dos, dicen, para
evitar la duplicidad de los gastos que suponen las elecciones.
Consecuentemente, si por ahora hemos asistido a una campaña más o
menos camuflada y ralentizada, a partir del año que viene la cosa
pasará ser denominada “como corre que te pillo” o “corre que
nos ganan”.
Por
supuesto, la crisis económica y el sufrimiento paralelo que ha
envuelto a millones de personas a lo largo de los últimos años en
casi miseria, presidirá todos los mítines que se precien y
reuniones electorales de cualquier tipo y condición. Por el momento,
el bipartidismo, del que se ha anunciado su muerte en varias
ocasiones, y no solo por parte de partidos políticos y sí por
analistas y medios de comunicación especializados, mantiene en alto
sus posibilidades al menos en las municipales por razones de ausencia
de partidos emergentes que han decidido no acudir por temor a no ser
atendidas sus llamadas a la unidad del proletariado. Naturalmente,
las estrategias que los respectivos partidos políticos podrán en
marcha se hará de forma paralela, aunque en realidad algunos de
ellos no han detenido su máquina electoral ni un solo minuto desde
el día en el que ganaron las elecciones. Y todo porque contar con un
electorado fiel, aunque esté en las antípodas de tu ideología,
acaba siendo determinante cuando de contar los votos se trata. Y para
conseguir y mantener vivas las intenciones de estos grupos, nada
mejor que invertir en lo que sea necesario con tal de seguir
dirigiendo los destinos de su ciudad o autonomía.
Mientras
tanto, sin prisas y sin pausa, nuevas fuerzas políticas han ido
rellenando los grandes agujeros sociales que los dos grandes partidos
han ido dejando a su paso, no sabemos si por prisa o por
desconocimiento, porque no queremos aceptar que se haya tratado de
políticas exclusivas en contra de quienes menos tienen porque
estaríamos en un escenario impresentable e insoportable. De hecho,
en ninguna cita electoral de las hasta ahora convocadas nos hemos
encontrado a los de siempre en tan malas condiciones de cara al
votante. Las encuestas demuestran lo que ya es conocido de todos: se
rompe el bipartidismo, que no sabemos si será cosa buena o todo lo
contrario. Lo que sí entendemos desde lejos es que no se pueden
hacer las cosas tan mal y esperar a que no ocurra nada. Y más en
situaciones de pobreza activa y ampliamente compartida, ya que
mientras hemos ido disfrutando de poder adquisitivo suficiente y
podido acceder a mercados hasta entonces prohibidos a nuestros
deseos, la cosa no iba mal del todo. Ahora, no; ahora que nos han
metido en el agujero negro que han generado ellos solos, sin más
ayuda que el silencio de uno y las decisiones de los otros, cuando el
nivel de pobreza y miseria no se conocía desde los años treinta,
tendrán que asumir sus propias responsabilidades. Eso sí, de
ninguna de las maneras debe entenderse que los que vienen detrás lo
tienen todo hecho. Es más, recordemos que una cosa es prometer
cuando no se tienen responsabilidades de gobierno y otra radicalmente
diferente es decidir cuando se disfruta de poder absoluto. Así, a
buenos entendedores pocas palabras bastan.