Todo
indica que este fin de semana, meteorológicamente hablando, se
estropeará a partir de mañana, sábado, aunque será el domingo
cuando alcance los mayores niveles de lluvia. Y no pasa nada si
antes, eso sí, hemos caído en la cuenta de que llevamos semanas, si
no meses, diciéndonos a nosotros mismos que tenemos que renovar los
neumáticos, que están para tirarlos. Estos elementos de nuestro
vehículo son tan importantes, tan trascendentes mientras dure el
viaje, que con solo recordar que son los únicos que mantienen a
nuestro coche sobre el suelo nos da una idea real de lo importantes
que son. Es verdad que no están solos, que andan acompañados de
muelles, amortiguadores o de ballestas en algunos casos, o de otros
tipos de sistemas de amortiguación, que los hay para todos los
gustos, pero que son lo que son y que nuestro interés por cuidarlos
debe ser prioritario en todo momento: evitar los bordillos, las zonas
en donde lo más probable es que nos encontremos con guijarros,
cristales o restos de tornillos y demás, es una buena medida, pero
debemos ir siempre un poco más lejos y regalarnos, por ejemplo, una
revisión mensual, que tampoco es tanto. Eso sí, no caigan en el
error de hacerlo ustedes y menos aún de utilizar los medios técnicos
de las estaciones de servicio, porque la información que les darán
casi nunca responderá técnicamente como conviene al caso.
Como
hemos dicho en otras ocasiones, alrededor del coche existen
profesionales claramente diferenciados entre ellos y son éstos los
que deben cuidar de nuestro vehículo. Por lo tanto, en el caso de
los neumáticos, ¿quién mejor que quien está especializado en la
materia? Además de sus conocimientos, aportan un equipamiento
técnico que les permite comprobar las alineaciones, los parámetros
a los que deben ajustarse y al resto de las operaciones propias de
estos elementos de nuestro vehículo, es decir, que saben lo que se
hacen y la importancia que tiene que el juego de neumáticos completo
responda a las necesidades del conductor. Por otra parte, es tal la
presión que llega a las ruedas de nuestro coche procedente del
socavón, del bache, del badén, del bordillo, del charco o la laguna
que se encuentra en la ciudad o la carretera, los frenazos, los
acelerones y demás, que dejar su vigilancia y cuidado para otro día
siempre supone un riesgo gratuito que debíamos evitar a toda costa.
Circular
a una velocidad controlada y no excederse de los límites no solo nos
sirve para reducir el consumo, sino que evitan que los neumáticos se
desgasten anormalmente, y este es un detalle en el que no todos caen
en la cuenta y que, si embargo, acaba siendo una ayuda a nuestro
bolsillo porque evita que los tengamos que renovar antes de lo
previsto. Y sepan que no son pocos los que, ante el profesional, se
quejan de que no les han durado el tiempo o los kilómetros que
creían o que le habían asegurado al colocárselos. Se olvidan de
cómo conducen, de los esfuerzos a los que los han sometido, de las
veces que han salido airosos de los semáforos, de las curvas que han
superado cuando estaban al límite y de los daños colaterales que a
veces pasan desapercibidos, pero que dejan su huella. Si los sumamos,
los neumáticos de nuestro coche son extraordinarios, fiables y, si
nos apuran, hasta baratos teniendo en cuenta que nos llevan y nos
traen sin problemas, y más teniendo en cuenta el poco cuidado que
les dedicamos.
Ahora,
a cuidarse del agua que nos podamos encontrar en la calzada. No
abusen de la velocidad cuando observen charcos en la carretera o la
ciudad; puede que se encuentren con uno de ellos en el que el
vehículo deje de atender a nuestras maniobras y podamos sufrir un
accidente. Se conoce como “aquaplaning” y sus consecuencias son
imprevisibles.