Una
vez que se ha puesto en marcha el mes de diciembre, que viene a ser
como la salvación para muchas economías y que son miles los que
esperan su llegada para calmar sus necesidades más elementales,
recordar debemos que a nuestro lado se mantienen muchas familias
viviendo con escasísimas posibilidades económicas y que dependen de
las ayudas externas que les llegan gracias a la solidaridad de muchos
de ustedes y de nosotros. Es por esto que en Radio Andújar hemos
puesto en marcha, un año más, nuestra particular campaña de
Navidad, que, si todo nos sale bien y como de hecho esperamos,
servirá para que sean muchas las familias que se beneficien de la
solidaridad de sus vecinos. La mala época que vivimos,
insoportablemente injusta, demanda ayuda inmediata especialmente para
los niños, porque son millones los que están mal nutridos y
escasamente alimentados. Aunque duele y no falten los incrédulos que
no acaban de creerse semejante disparate, la realidad una vez más
supera a la ficción y nos encontramos situados en un estadío social
de complicada resolución.
Por
un lado, los poderes públicos parecen mirar para otro lado,
mostrándose incapaces para atender la justificada demanda social que
les llega desde infinidad de frentes. El pasado fin de semana se
convocó una gran recolecta de alimentos que tenía como objetivo
nacional conseguir veinte millones de kilos de comida para hacérselo
llegar a los más necesitados. Y se ha conseguido, confirmándose que
la generosidad y la solidaridad de los españoles tiene una capacidad
de convocatoria como ninguna otra y, casi sin quererlo, dejando un
recado a nuestros gobernantes sobre su falta de sensibilidad ante los
acontecimientos tan nefastos que viven casi ocho millones de
españoles. El resto no es que esté mejor, pero por el momento van
tirando. Sueldos de miseria, horas extraordinarias sin abonar,
trabajos para esclavos, contratos por horas o por días al mes o la
semana… La vuelta del empresario cacique, ese que hace unos años
tenía derecho de pernada sobre sus trabajadores y que hacía y
deshacía en total impunidad, ese al que no le importaba el futuro
del empleado y menos el de su familia, ha regresado con más fuerza y
con más mala leche, si es que ello es posible.
Y a
todo esto con el anuncio de que lo más probable es que se apliquen
nuevos recortes sociales, que para eso lo ha dicho la Comunidad
Económica Europea y sus deseos, ya saben, son órdenes para nuestro
Gobierno, complica aún las posibilidades de muchos de nuestros
vecinos de encontrar algún trabajo con el que sacar adelante, no ya
sus sueños, sino a la familia. Con todo, lo que de verdad duele es
el hecho de que no falten en tertulias de radio o de televisión
políticos que aseguran sin ruborizarse que estamos mejorando, que el
año que viene se crearán no sé cuántos miles de puestos de
trabajo, que el trabajo que se ha ejecutado hasta ahora era el que el
país necesitaba… Enfrente los que aspiran a quedarse con el poder
político y la vara de mando por lo menos cuatro años, que nos
envían un mensaje ligado a nuestro futuro asegurándonos que, si
apoyamos su candidatura, los tiempos en los que todo volverá a la
normalidad estarán a punto de llegar. En medio nosotros, que
observamos desganados y resignados los que nos ha caído encima sin
comerlo ni beberlo. Y también están los de los bancos, que siguen
ganando dinero a manos llenas a nuestra costa y a los que nadie ha
sido capaz hasta ahora de pararles los pies. Miren ustedes, señoras
y señores, si esto no es un país de chichinabo, desde luego que se
parece muchísimo.