De
acuerdo con la costumbre, el hecho de que hayamos disfrutado de estos
días de descanso debe habernos servido para coger carrerilla y
enfrentarnos con las fiestas que se nos vienen encima no solo con
ganas, sino con fuerza suficiente como para mantener el tipo, nos
echen lo que nos echen. Tanto que, por ejemplo, parece que desde la
Alcaldía no acaba de tenerse claro lo del sí o el no de la
corredera de Capuchinos para estas fiestas: que si llueve, que son
muchos los problemas, que todo está en el aire porque dependemos de
muchas personas… Con todo, como se ha pensado especialmente en el
empresariado, éste parece que ha recibido bien la noticia que
anuncia un gran despliegue por parte del Ayuntamiento para que los
posibles clientes acudan a la zona en busca de algo más que las
compras. Y no pasa nada. Hay que ser consecuentes y decidir con
criterio y sentido común, y más ante una situación que no está
del todo clara y que merece una dedicación casi exclusiva.
Pero
hay que ir más lejos y convencernos de que Andújar y su comercio
bien merecen nuestro incondicional apoyo ante la realidad en la que
se desenvuelve, que claramente no es la mejor. Los esfuerzos que
protagoniza especialmente la Cámara de Comercio de Andújar, que por
cierto estrena estos días nuevos gerente, que ahora pasa a ser, como
ya hemos anunciado, Javier Herrera, parece que están dando sus
frutos y entre que la ciudadanía se conciencia cada día más de que
comprar en nuestro comercio es asegurar cientos de puestos de trabajo
y que estos días lo de gastar se generaliza claramente, la cuenta de
resultados de muchos de ellos mejora considerablemente. También es
cierto que la ciudad estrena desde el pasado viernes una imagen
festiva que directamente anima a las compras, a la alegría de un
futuro mejor, a ser un poquito más solidarios y generosos… Al fin
y a la postre, el Niño está punto de nacer y este detalle es más
que suficiente para que muchos de nosotros cambiemos la habitual
perspectiva que tenemos de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Lo
queramos o no, somos como niños. Y en fechas tan concretas como
entrañables es cuando mejor nos vemos reflejados en esta frase
hecha. Y no está mal eso de que al menos una vez al año caigamos en
el limbo de la niñez y pasemos del agobio a compartir lo poco que
tenemos, que para eso son muchos de los nuestros los que sufren de
una forma terrible y horrible la crisis. El que los políticos en
general y algunos en particular mantengan su mensaje de que todo va
bien, de que las cosas mejorarán en 2015, sabemos que solo son
frases hechas e interesadas que no pasan desapercibidas casi
para nadie, pero como son solo eso tampoco es cosa de que le demos
mayor importancia. Por lo tanto, por inútiles y mentirosas, tenemos
que seguir en el afán de ayudar, de compartir lo que nos sea posible
con los que han perdido hasta los sueños. El hecho de que a la
llamada de los Ángeles de la Paz de la semana pasada se consiguieran
en solo un fin de semana en todo el país más de veinte millones de
kilos de alimentos, nos da una idea real de nuestras verdaderas
posibilidades. Es tal nuestra fuerza en la respuesta cuando se nos
llama en nombre de los más necesitados, que nuestra capacidad de
sorpresa no acaba de satisfacerse.
Ojalá
mantengamos la misma fuerza mientras los malos tiempos arrinconen a
tantos amigos y familiares en la situación de penuria en la que
sabemos se encuentran. Por supuesto que todo sirve, que todo se puede
aprovechar. Y cuando no se pueda aportar nada físico, no importa
porque también sirven las palabras de ánimo. Aquí, tal como están
las cosas, no se desaprovecha nada.