miércoles, 14 de enero de 2015

ABIERTA DE PAR EN PAR LA CAMPAÑA ELECTORAL 2015

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Como en tiempos de caza mayor, la veda electoral está abierta. A partir de ahora lo que conocemos como política será vilipendiada, manipulada, manoseada, interesadamente utilizada y desde luego que al servicio de quienes andan escasos de escrúpulos y con muchas ganas de prosperar, que para eso estos tiempos han sido especial y delicadamente abonados y casi todo lo que se siembra acaba enraizando y brotando. Y no deberíamos de extrañarnos, porque los tiempos preelectorales suelen ser así y no creemos que en esta ocasión cambien las tornas de forma que detectemos que algo está cambiando a favor de la mesura y el sentido común. En años como en el que acabamos de comenzar, con citas en las urnas para elegir a los alcaldables, a los autonómicos y los nacionales, comprenderán ustedes que no sean pocos los que estén a tirar la casa por la ventana y dispuestos a conseguir sus legítimas ansias de prosperar con fines que no siempre son capaces de explicar con detalle a la ciudadanía, sobre todo cuando no acaban de aclarar si lo de mejorar las condiciones de la vida son la de uno mismo o las de los demás, que parece un detalle nimio y que sin embargo es la razón de ser de muchos de los programas electorales que conoceremos en poco tiempo. Y como no siempre este tipo de situaciones generan precisamente buenas maneras y fines honestos, pues ahí están para contarnos cómo nos ha ido la vida o cómo nos podía haber ido; cómo pudimos alcanzar lo prometido y quiénes son los responsables de que finalmente no haya sido posible, confirmando de esta forma que la culpa de lo mal hecho es de los demás y lo bueno mío y solo mío; cómo estamos donde estamos y por qué estamos en donde nadie parece ahora querer ni desde luego responsabilizarse de tal situación.

Mientras, lo mismo de siempre: falta de ofertas de empleo, necesidades familiares cada día más difíciles de conseguir, apatía absoluta a lo establecido porque sobradamente ha demostrado que no sirve de nada, miseria en cientos de hogares que andan tirando gracias a la solidaridad de los vecinos y vecinas que se han volcado en solucionar parte de sus problemas, políticos cargados de sospechosas razones e incapaces de enfrentarse a sí mismos para erradicar la vergüenza y la pobreza de los suyos… Este año, que además se asegura que vendrá a ser como el maná caído del cielo gracias a que salimos por fin de la crisis y que la mayor parte de nuestras legítimas exigencias serán saciadas, las cosas de la palabra acabarán siendo determinantes para que la ciudadanía, expectante y asombrada, acepte sin condiciones que quejarse no sirve de nada, que su papel no debe ir más allá de los límites a los que tiene derecho y que éste cada vez es menor.

¿Dónde quieren ir los que demandan un empleo, dónde los que necesitan una vivienda, dónde los que exigen mejoras para su entorno, dónde los que justifican sus necesidades sin ser atendidos, dónde los que han perdido la fe en quienes les vendieron la moto de la suerte y de la que ahora nada quiere saber nada? ¿A dónde enviamos los llantos de los que reclaman asistencia para sus familiares, a dónde reclamar lo que nos han quitado, a dónde pedir lo que por justicia nos pertenece? Con todo y con esto, todavía insisten los establecidos en el poblado desde siempre en que la ciudadanía no debe escuchar los mensajes de los otros, esos que llegan con fuerza e ilusión y se les intuye capacitados para llevarse por delante complejos y acomplejados. ¿De qué se extrañan cuando tanto daño se ha inflingido a quienes de nada se les puede responsabilizar? Si la causa la conocemos más que de sobra, los efectos no deberían sorprendernos, y más si aceptamos de buena gana y cuando nos interesa que de estos vientos, estos lodos.