Un
nuevo fin de semana, aunque en esta ocasión con el frío como
protagonista. Este detalle obliga a cambiar significativamente la
actitud que debe aportar en todo momento el conductor o la
conductora. Por ejemplo, es evidente que si los neumáticos en todo
momento deben estar preparados para cualquier esfuerzo, en el caso de
que nos encontremos con hielo o nieve en la carretera la exigencia
será mucho mayor y, por lo tanto, también el peligro. Pero hay más,
porque el equipo óptico juega en este tiempo un papel fundamental
durante la totalidad del recorrido, ya que la necesidad de ser vistos
por el resto de usuarios no creemos necesario recordarla. Y lo mismo
ocurre con el equipo de frenos y la amortiguación, que forman un
tandem junto a los neumáticos que debe estar a punto si no queremos
vernos envueltos en una salida de vía.
Lo
ideal en días de este corte, desde luego que lo mejor es no salir a
la carretera. Aprovechar aquello de en casa, junto a la candela y con
la gente con la compartes tu vida acompañándote y dejarlo para otro
día es lo ideal. Y no siempre por nosotros o nuestro vehículo, que
también, pero sobre todo porque nuestras carreteras no están
precisamente en las mejores condiciones para circular por ellas
cuando la nieve o el hielo se hacen presentes. En realidad, no lo
están tampoco en seco, pero en situaciones de riesgo reales, lo
dicho: quedarse en casa es una buena decisión. Eso o informarse con
tiempo del estado meteorológico del día y las previsiones de su
evolución, no sea que salgamos a la carretera con sol y a la vuelta
haya empeorado. De hecho, recuerden la vigencia de los consejos
propios de este tiempo: depósito del coche lo más lleno posible,
una linterna, mantas, algo de comida y de agua, teléfono cargado y
el cargador por si las moscas… Bien, pues con todo y con eso, no
faltan los que, cuando se ven inmersos en instantes angustiosos de
este tipo, se acuerdan que no tuvieron en cuenta este aviso
elemental.
De
eso nos pueden contar y no parar quienes parte de sus tareas las
invierten en la carretera, es decir, los que se encargan de retirar
los vehículos accidentados o averiados. De entre las anécdotas más
compartidas, lo de no saber cambiar un neumático gana por goleada. Y
es que parece una maniobra sencilla y de hecho lo es, pero si tenemos
en cuenta la prohibición existente de que no podemos hacerlo
nosotros si para ello necesitamos usar parte de la calzada y que no
todos nos acordamos ni siquiera dónde está situado el gato para
elevar el coche, el problema está servido. Pero van mucho más allá,
ya que afirman que algunos de los que necesitan su ayuda lo hacen
porque el vehículo se les ha detenido y no saben la razón. Cuando
el mecánico levanta el capó comprueba que todo se debe a que no
tiene combustible; y quienes, en un alarde de peligrosa valentía,
deciden que el aceite del motor lo deben echar por el radiador o por
el agujero de la varilla de medir el nivel…
Que
todo se aprende, de acuerdo; que no todos accedemos convencidos a
unas clases prácticas, también. Aunque la evolución registrada a
lo largo de los años con respecto a la preparación de los nuevos
conductores ha sido muy importante, seguimos echando de menos
detalles prácticos que nos eviten vivir situaciones más o menos
angustiosas en algún momento, como sería el caso de cambiar una
rueda pinchada. Aunque se enseñe, lo que echamos de menos de verdad
es la actitud del futuro conductor ante una avería de lo más normal
y por la que puede verse metido en un lío. Si de verdad el alumnado
quisiera conocer este tipo de averías de cerca, estamos convencidos
de que obtendría una enseñanza inmediata de gran rendimiento
posterior que, además, no les acarrearía desembolso económico
alguno y sí unos conocimientos prácticos de gran utilidad. Eso sí,
lo prioritario es que quieran. Si no, pues ya se sabe.