miércoles, 28 de enero de 2015

LA VIOLENCIA MACHISTA EN ESPAÑA NO SE DETIENE: EN 2014, CINCUENTA Y NUEVE

Imprimir

Finalizado el año 2014, cotejar datos, revisar estadísticas alrededor de la violencia machista y crear expectativas en las personas que tienen a bien seguirnos diariamente en este espacio de mediodía, es un acto que realizamos todos los años y que, como no podía ser de otra forma, nos sigue sorprendiendo y nos llena de dudas el que se mantenga o aumente, y en todo caso descienda muy poco, el número de mujeres asesinadas a manos de sus compañeros a lo largo de todo un año. La frase más pronunciada por los asesinos, también el año pasado, fue la de “si no eres para mí, no serás para ningún otro tío”, que viene a confirmar que el machismo es una peligrosa tendencia o enfermedad para la que todavía no se ha encontrado, no ya cura, sino alivio. A lo largo del año pasado, 59 mujeres perdieron la vida, dos más que el año 2013. Y todo sigue igual, o casi, porque es cierto que cada mujer que es asesinada remueve los cimientos de la sensibilidad social y política, pero se queda solo en eso, en algunas manifestaciones en la calle y algún representante político que decide intervenir para asegurar que desde el Gobierno se trabaja para erradicar esta lacra. Luego, silencio y hasta otra.

Además, cinco menores de entre diecinueve meses y nueve años también fueron asesinados junto a sus madres; tres mujeres más, a la sazón hermanas, cuñadas o familiares directas, también. Finalmente, tres hombres de parentesco próximo a la mujer asesinada por su pareja fueron víctimas de sus asesinos. Sin embargo, la lectura del día después, de cómo queda la familia que ha perdido a la madre o la hija, de cómo reaccionan, es otra historia. A todo esto, en asunto de tanto calado e importancia social, lo que hay que admitir desde el primer momento es que las mujeres que son asesinadas lo son porque sus compañeros siempre le han dispensado un trato propio de ser inferior, convencidos de que poseen de ellas un escaso apego y valor, y estar convencidos de que sus vidas no valen nada. De hecho, el machismo que conocemos y que se ha instalado entre nosotros permite que la mujer sea considerada un objeto de posesión que cuando se rompe, por las razones que sean, inmediatamente caen en el maltrato físico, por aquello de dejar claro quién manda en la pareja.


En lo que va de año, cinco mujeres han sido asesinadas. El motivo, el mismo de siempre; el asesino, también el de siempre: su compañero o esposo. Asegurar, por tanto, que todo está por hacer no nos parece que sea analizar la situación desde perspectivas catastrofistas; como mucho, realistas. Como hemos dicho en más de una ocasión, activadas están las leyes, los cuerpos de seguridad del Estado, las instituciones en general y a la clase política se le percibe algo de sensibilidad, pero se ha conseguido avanzar muy poco en las previsiones. Es más, sigue llamando poderosamente la atención el hecho de que se mantenga a la par el número de mujeres que no denuncian y las que lo hacen y no reciben el respaldo judicial que mitigue su calvario. Si sabemos que precisamente en este detalle radica el sí o el no de la continuidad de la relación de la pareja, cuando la mujer decide dar el paso y denunciar al maltratador, que ésta se sienta desamparada en momentos tan críticos influye decisivamente en el futuro inmediato de la mujer. Y lo peor es que los datos lo confirman.