A lo
largo del año pasado, los accidentes de tráfico se han llevado por
delante a personas que con total seguridad ni se les había pasado
por la cabeza verse involucrados en un accidente. En realidad, la
percepción que en general tenemos de lo que ocurre en las carreteras
nos queda como muy lejos, como una historia que solo la viven otros y
que la observamos con algo de indiferencia. Luego, cuando te ocurre,
cuando sufres en tus propias carnes lo que deviene de un accidente,
es cuando de verdad caes en la cuenta de lo fácil que es cometer el
error de efectuar un adelantamiento peligroso o de dedicarle más
tiempo del aconsejable a manipular el móvil o el navegador. Luego
están los que se meten de todo, los que al alcohol le añaden drogas
y alucinógenos de todo color y corte, para los que debían dictarse
leyes especiales que fueran acompañadas por penas de cárcel de
larga duración una vez comprobado que las denuncias y las sanciones
económicas no les hacen mella. Sepan ustedes que solo durante la
Operación Especial de Navidad que la Dirección General de Tráfico
puso en marcha desde las tres de la tarde del pasado 19 de diciembre
y hasta las doce de la noche del día 6 de enero, 52 personas
perdieron la vida en los 46 accidentes de tráfico ocurridos en las
carreteras españolas, lo que supone 10 fallecidos más que en las
Navidades anteriores.
A
todo esto, más de ochenta mil usuarios fueron denunciados por
conductas inapropiadas en carreteras secundarias, datos que se
desprenden una vez puesto en marcha, el pasado día 12 de diciembre,
el plan integral de vigilancia en carreteras convencionales. Los
agentes de Tráfico tramitaron este exagerado número de denuncias
por estar relacionadas con los principales factores de riesgo de
producción de accidentes, de las que más de cuarenta y ocho mil lo
fueron por circular a velocidad superior a la permitida.
Efectivamente, desde la puesta en marcha de este plan, los agentes de
la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil han tramitado 80.274,
de las cuales 48.436 lo fueron por circular a velocidad superior a la
permitida. Además, 1.134 conductores fueron denunciados por cometer
más de una infracción, es decir, aquellos que no solo circulaban
con excesiva velocidad, sino que efectuaron adelantamientos
prohibidos o usaban el móvil mientras conducían. Con todo, de
acuerdo con los datos que aporta la Dirección General, el balance
de seguridad vial del año pasado, en el que se han producido en las
vías interurbanas 981 accidentes mortales en los que han fallecido
1.131 personas y 4.874 han resultado heridas graves, supone un
descenso de un dos por ciento en el número de accidentes, de tres
víctimas mortales menos y un ocho por ciento en el de heridos
graves.
A
partir de ahora, siendo conscientes de que las carreteras de segundo
y tercer orden no han sido habitualmente controladas por los agentes
de Tráfico, el hecho de que a partir de ahora sea todo lo contrario,
es decir, que sí que podremos verlos en la mayoría de ellas, lo que
debemos deducir es que los accidentes propios de estas vías, casi
siempre por excesos, descenderán significativamente. Lo extraño ha
sido que, con tantos datos a favor de la presencia de estos agentes y
sus vehículos fotocontrol en estas vías, no se haya previsto antes
y así haber evitado de un plumazo la pérdida de vidas humanas que
suelen condensarse en este tipo de carreteras. La Dirección General,
por otro lado, si de verdad quiere erradicar la imagen de que los
agentes que distribuye por nuestras carreteras tienen como única
finalidad la de recaudar, y que para ese menester los sitúa casi
exclusivamente en las autovías, en donde la posibilidad de alcanzar
velocidades de vértigo es algo muy compartido, aún está a tiempo
de reconducir esta denuncia aceptando que la alta accidentalidad se
produce allí donde su presencia es prácticamente inexistente. Solo
hay que comprobar los datos sobre accidentes, sanciones, controles y
demás para cerciorarse de que la presencia de los agentes de Tráfico
en las vías secundarias ha sido un éxito.