
En
contra de la opinión de los políticos que gobiernan el país y
otros gobiernos autonómicos, provinciales y locales, la situación
de España frente al mundo, y especialmente ante la crisis económica
que arrastramos desde 2008, es más bien pesimista. De hecho, la
mitad de los españoles consideran que la falta de puestos de trabajo
es un fenómeno que aún no ha tocado fondo. El resto hasta llegar al
cien por cien está convencida de lo que peor lo hemos dejado atrás,
aunque no del todo. Lo hemos leído en el Eurobarómetro del otoño
de 2014, que es el encargado de contrastar la opinión pública de
toda Europa, con un total de treinta y cinco países. El anterior,
los españoles que respondieron a las preguntas de los encuestadores
estaban convencidos, como el año pasado, de que lo peor estaba por
venir. Pero no crean que somos raros o que no percibimos lo mismo que
cualquier otro ciudadanos europeo, porque casi el cincuenta por
ciento de los extranjeros estaban convencidos de que el desempleo
había alcanzado cotas inadmisibles; para el resto, la situación
sería incluso peor en unos años.
De
acuerdo con los datos que refleja este estudio realizado en noviembre
del año pasado, el hecho de que los ciudadanos estén convencidos de
que Europa es parte de la solución y no del problema augura
perspectivas mejores y asumibles por los Estados miembros. De acuerdo
con sus conclusiones, los españoles ven efectivas las medidas que
tomó en su día la Unión Europea para controlar la crisis, mientras
que el resto de los europeos opinan lo contrario. España es el país
en el que el porcentaje de quienes consideran que es urgente regular
los sueldos del sector financiero es mayor. De hecho, casi el cien
por cien de los españoles abogan por endurecer las normas sobre la
evasión de impuestos y los paraísos fiscales.
Los
realizadores de este estudio destacan tres casos concretos: que la
mayoría de los ciudadanos de la Unión están a favor de que se
endurezcan las medidas en materia de fraude fiscal y evasión de
impuestos, que la gran mayoría reclama una Europa que se ocupe de
los desafíos globales y sea más potente en el escenario mundial, y
que los europeos, a pesar del ruido, apoyan mayoritariamente un
acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, a condición, eso sí,
de que sea equilibrado. En cuanto a los beneficios o la importancia
de las conclusiones a las que finalmente se llegue está claro que
conocemos muy poco, aunque sí que, de acuerdo con las afirmaciones
de las entidades europeas, el camino que se ha elegido para mejorar
la economía europea están siendo apoyadas mayoritariamente por sus
ciudadanos, algo que no ocurría hasta ahora y que los anteriores
Eurobarómetros nos decían todo lo contrario.
Destacar
finalmente el convencimiento de las instituciones europeas de que por
fin los españoles hemos aceptado la Unión como un ente necesario y
fundamental para enfrentarnos a la solución de los problemas que en
estos momentos frenan al conjunto de los países que la conforman. A
todo esto, Inglaterra y Alemania no acaban de caernos bien, quizá
por el protagonismo económico que han tenido a lo largo de estos
años, mientras que Francia e Irlanda parece que conectan mejor con
nuestra idiosincrasia.