miércoles, 11 de febrero de 2015

EL INFORME FALCIANI SALE A LA LUZ

Imprimir

No es que a nosotros nos extrañe a estas alturas los casos de corrupción. Es tanta la información, tanto el despliegue informativo de los medios de comunicación, que habrá muy pocos a los que convencer de que en nuestro país es muy fácil defraudar, robar dinero público u otros menesteres fraudulentos, sin que luego pase nada a estos desalmados. Faltaba ahora lo de la lista Falciani para confirmar los pocos que nos quedaban por conocer. Precisamente la investigación que se ha realizado sobre este informe del trabajador que huyó con los datos que obtuvo del banco en el que trabajaba que ahora conocemos, ha sido determinante para saber que, entre otros, Botín, el fallecido presidente del Santander; Fernando Alonso, que llegó a tener cuarenta y dos millones de euros, pero que asegura que no defraudó porque hasta el año 2011 vivió en ese país; el futbolista Diego Forlán, exjugador del Atlético de Madrid y del Villarreal; Briatore, gurú de la fórmula 1, y otros grandes conocidos del mundo del deporte, de la moda y del fútbol, han sido defraudadores manteniendo cuentas en Suiza para no pagar sus impuestos en sus respectivos países. Que nosotros sepamos, fue Botín el máximo defraudador, con nada menos que dos mil millones de euros perdidos en paraísos fiscales que luego, a la hora de regularizarlos en España, pagó doscientos once millones de euros.

La sucursal del banco inglés en Suiza, el HSBC, presuntamente, habría escondido el dinero de miles de impositores como traficantes de armas, hombres de bolsa y dictadores que se entretenían en guardar en esa entidad bancaria dinero por valor de más de cien mil millones de euros. Naturalmente, esta información lo que viene es a proyectar luz allí donde hasta ahora nada se conocía y comprobar la relación directa existente entre la delincuencia internacional, abriendo nuevos horizontes sobre el comportamiento de algunos bancos con respecto a la opacidad de sus depósitos. Y es que, entre este dinero guardado en sus grandes cámaras acorazadas, se han encontrado sumas millonarias de presidentes de países africanos que desviaban el dinero de las ayudas internacionales para su enriquecimiento personal.

Gracias a esta lista no solo queda al descubierto la facilidad con la que se puede evadir el dinero de un país a otro en busca de mejores réditos y, sobre todo, para evitar pagar impuestos en el suyo, sino la existencia de una banca sin escrúpulos capaz de aceptar el dinero que le ha llegado procedente del narcotráfico, de mafias asesinas, del mercado de armas y de otros personajes que han conseguido ser ricos gracias a la extorsión, el asesinato o la organización de guerras. Está claro que mientras el mundo, especialmente sus dirigentes, mantengan los paraísos fiscales, que por ahora son setenta y dos, todo seguirá igual y los ricos lo serán cada vez más en detrimento de quienes alcanzan fin de mes con muchos problemas. Pero ahí están, siendo receptores de dinero negro y manchado de sangre y nadie hace nada por erradicarlos, haciendo sufrir a millones de personas en todo el mundo a cambio del disfrute máximo de unos cuantos.


Por eso insistimos que el informe Falciani ha venido a poner luz sobre muchos de nuestros prohombres, a los que teníamos encumbrados y que a partir de ahora suponemos que tendrán que vérselas con la Justicia, que debería caer sobre ellos con la misma dureza que lo hace cuando alguno de nosotros, los de a pie, dejamos de pagar algún impuesto, o cuando no hemos podido abonar el tercer recibo de la hipoteca, que nos desahucian sin más. Pero no será así. Ahora comenzará un largo recorrido, de ocho o diez años al menos, hasta que los jueces alcancen un veredicto, si antes el delito no ha prescrito, que solo satisfará al interesado, porque los demás, no lo duden, nos quedaremos con las ganas.