viernes, 6 de febrero de 2015

HASTA LOS MEJORES NECESITAN CUIDADOS

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Hasta el próximo domingo, la inestabilidad meteorológica, especialmente el frío, va a seguir siendo protagonista y no solo en las personas como tal por aquello de que las bajas temperaturas acaban influyendo en cualquiera de nosotros, sino en los automóviles, que, dependiendo de las carreteras por las que circulen, tendrán que vérselas con el peligroso inconveniente del hielo, cuando no de la de la misma nieve o la niebla. Por eso todo lo que se nos ocurra que puede acabar siendo un problema, cuanto antes lo solucionemos, mejor. Por ejemplo y como dijimos el pasado viernes, los neumáticos, que en situaciones de inestabilidad como es el hielo, la nieve o el agua, necesitan de adherencia extrema y ésta solo se consigue cuando reúne las exigencias que el fabricante aconseja: presión adecuada, dibujo con suficiente profundidad para que le facilite la evacuación del agua, libres de pellizcos o golpes en los bordillos, desgaste irregular, etc. Pero es el que el equipo óptico tiene una importancia que normalmente no le damos y que, sin embargo, nos ayuda a ser vistos con la antelación que necesitamos para defendernos de un posible adelantamiento del que viene de frente. Y lo mismo podíamos decir del resto del coche, entre otras cosas para evitar aquello de que siempre se nos estropea cuando más falta nos hace.

De ninguna de las maneras aceptamos la velada acusación que nos llega, cierto que de muy tarde en tarde, pero la escuchamos, de que debemos tener un contrato bien pagado con los talleres mecánicos en general. Pero no. Lo nuestro es mucho más sencillo y de ahí que el trabajo que desarrollamos lo liguemos exclusivamente a la seguridad de los usuarios de vehículos y no menos de los peatones o ciclistas. Y no por gusto; las estadísticas, frías por demás y dolorosas, son lo que son y están ahí para certificar que seguimos jugándonos la vida en cuanto ponemos nuestro vehículo en marcha y que, en general, somos pocos dados a cuidarlo como deberíamos. Si ustedes tienen la oportunidad de dialogar con algún mecánico, la aproximación que le hará sobre su coche es que se trata de una gran mecano sujeto entre sí gracias a las cuatro o cinco mil piezas que, unidas unas con otras, le proporcionan el aspecto y las prestaciones que obtenemos de él. Deducir que el suyo es perfecto, que desconoce las averías propias que se generan por el uso, que no le ha dado ningún problema, es aceptable, por supuesto, pero no ponga la mano en el fuego por él porque se puede quemar; es más, se quemará seguro.


A veces, perder de vista la renovación de los aceites o los líquidos en general, la presión de los neumáticos, los frenos, que parece que no van bien, puede acabar en catástrofe, entendiendo por tal una detención en plena carretera, lejos de la civilización, esperando que una grúa retire el coche y nos deje a nosotros a la espera de su recuperación. Y eso, señoras y señores, es un verdadero problema, porque no llegaremos a tiempo a dónde íbamos, porque representa un coste añadido con el que no contábamos, porque si además vamos acompañados el asunto se complica… En definitiva, que cada cual adopte las medidas que crea convenientes, no sea que alguno de ustedes acabe aceptando lo de que estamos muy bien pagados por los profesionales de la mecánica. Eso sí, lo hacemos porque se nos acaba el espacio que tenemos cedido para esta reflexión semanal los viernes, porque no duden ustedes que en cuanto tengamos oportunidad volveremos, erre que erre, a recordarles que nuestras obligaciones con respecto a nuestro coche van mucho más allá de simplemente conducirlo.