lunes, 23 de febrero de 2015

TRES FAMILIAS SERÁN DESAHUCIADAS ESTA SEMANA EN JAÉN

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Somos conscientes de que hoy, también, predicaremos en el desierto; que nuestro comentario pasará hoy, también, desapercibido para muchos de ustedes. Pero nos da igual. Lo que no estamos dispuestos es a dejar pasar, por enésima vez, que delante de todos nosotros, a solo unos kilómetros, se produzcan desahucios y permanezcamos en silencio. Porque es injusto, porque es ilegal si nos atenemos al mandato de la Unión Europea y porque ya está bien de que siempre sean los mismos los que paguen la crisis que ellos no han generado y que los beneficiados finales sean los bancos, algunos de ellos rescatados con nuestro dinero. Debemos recordar aquí que ninguno de los miles de desahuciados en nuestro país, que, por cierto, aumentaron casi un trece por ciento el año pasado, lo fueron porque no querían pagar las cuotas de la hipoteca, sino porque no tenían trabajo. Y precisamente en este detalle encontramos la diferencia, en que ellos y ellas no habían sido, hasta quedarse sin empleo, malos pagadores; al contrario, puntuales y fieles.

La historia es que esta semana, en Jaén, se van a producir nada menos que tres desahucios y que, entre las personas que se verán en la calle y sin lugar en donde cobijarse, se encuentran niños. Se han convocado manifestaciones, concentraciones a las puertas de los pisos a desalojar y todo tipo de declaraciones afirmando intenciones, pero por el momento, y les prometemos que este asunto lo hemos seguido con preocupación e interés, no hemos detectado, ni en la Iglesia ni en la política, ni en Administraciones ni en poderes de ningún tipo, apoyo mínimo hacia quienes tienen un negro futuro por delante. Queda claro, por tanto, que nuestra provincia ha demostrado en varias ocasiones sus verdaderas posibilidades con respecto a los problemas de los demás, pero que esta vez no será posible y que solo quedarán en la defensa y en la retaguardia los habituales, los que se apiñan en las asociaciones en contra de los desahucios que nos encontramos en el camino, tanto de ida como de vuelta. La realidad de los desahucios en nuestro país, lo que conocemos como desalojos judiciales de la vivienda habitual ocupada, es que todos responden a que los propietarios no han abonado el pago mensual de la hipoteca que firmaron con el banco y que hasta ese momento les permitía disfrutar de un techo en el que cobijarse. Lo que sabemos es que a lo largo del año pasado éstos aumentaron por encima del veinte por ciento y que se han producido a pesar de la nueva ley hipotecaria en vigor, que pretendía reducir los desahucios, o al menos eso es lo que nos contaron.

Con toda la intencionalidad de la que son capaces los responsables políticos, no contamos con datos reales o fiables que nos sitúen con total contundencia en el centro del problema de los desahucios en España. Si nos atenemos a los que aportan notarías y registros de la propiedad, son exageradamente altos, quizá porque incluyen no solo pisos, sino locales, solares por construir y segundas viviendas. Sin embargo, como dato algo más fiable, a finales de 2012 los desahucios superaron los ciento setenta mil. En junio de 2013 fue el mismísimo Gobierno de España el que afirmó que se produjeron las siguientes ejecuciones: en 2006, 16.097;  en 2007, 17.412;  en 2008, 20.549; en 2009, 37.677; en 2010, 54.250; en 2011, 64.770; en 2012, 75.375. A finales de 2013, 198.116. Para el Consejo General Poder Judicial, en el primer trimestre de 2013 se ejecutaron 19.468 desahucios, es decir, una media diaria de 216. El Banco de España también se pronunció y nos dijo, en referencia al año 2013, que habían subido significativamente los desahucios.  

Como ven en ustedes, señoras y señores, el asunto de los desahucios se resume en cifras escandalosas. Pero queda solo en eso. Mientras, las personas que los padecen son los que de verdad saben del problema y sus consecuencias.