viernes, 6 de marzo de 2015

AUMENTO SIGNIFICATIVO DE LA ACCIDENTALIDAD

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Es evidente que los accidentes de tráfico sigue siendo un mal mayor que por el momento no ha aceptado, o al menos no de buena gana, la mayor parte de las medidas administrativas y penales que se han decidido por parte de la Dirección General de Tráfico, y que, implantadas y desarrolladas, solo han obtenido algún rendimiento los primeros meses desde su implantación para luego volver a las andadas y presentar cifras como las del mes de febrero, que aumentaron en nada menos que un catorce por ciento si lo comparamos con el mismo mes del año pasado. Las personas fallecidas fueron 79, diez más que en el pasado ejercicio y, además, aumenta por segundo mes consecutivo, luego que enero acabara con un cuarenta y cuatro por ciento más de muertos. Calificarlo de desastre es lo menos que se nos ocurre ante estos datos tan desproporcionados, y más si tenemos en cuenta que veníamos reduciendo estas cifras desde hace años. No afirmamos que se confirme un significativo cambio de tendencia, pero parece claro que algo va mal en nuestras carreteras y los conductores.

Desde la Dirección General han dado detalles sobre esta actualidad tan sangrante, y aseguran que el aumento de la accidentalidad y sus consecuencias a lo largo del mes pasado es porque hubo más accidentes con varios muertos que en el mismo período de 2014. O sea, que está claro: que se produjeron más porque hubo más accidentes. Y punto. Sin embargo, colectivos como los de víctimas de accidentes van más lejos y denuncian las políticas de Tráfico para concienciar a los conductores por inexistentes. Entienden que se han detenido las campañas y que un dato significativo es el hecho de que el Gobierno no le haya dado importancia a la velocidad en los accidentes; el mejor ejemplo es el hecho de que actualmente se pueda circular por nuestras autovías a 130 kilómetros por hora. La situación real es que febrero de 2014 echó el cierre a la estadística como el mejor de los controlados por la Dirección General. El de este año ha sido todo lo contrario y prefigura un camino que no nos gusta nada, puesto que entre los dos primeros meses de este ejercicio el número de personas fallecidas es de 166, es decir, un veintisiete por ciento más que el año anterior, que fue de 130. Por el momento, la responsable de la Dirección General, señora Seguí, se limita a decir que no es bueno valorar los períodos cortos porque no son reales.


Luego del éxito en el descenso de los fallecidos en vías interurbanas a lo largo del año pasado, desde el Ministerio del Interior se asume que reducir estas cifras es cada vez más difícil. De hecho, para Tráfico buena parte del origen de la accidentalidad tiene mucho que ver con que se están controlando más desplazamientos de largo recorrido sobre vehículos que han cumplido los diez años. No obstante, los datos aportados por asociaciones y profesionales del sector afirman todo lo contrario, ya que, aceptando que la movilidad haya aumentado, es de solo un uno por ciento, mientras que los fallecidos lo han sido en un veintiséis por ciento. De lo que están convencidos estos sectores de tráfico es que es fundamental aumentar las campañas de concienciación y más control en todas las carreteras, además de, por supuesto, mejorar las vías de comunicación antes de que se caigan por su propio peso. En este detalle coinciden con el Defensor del Pueblo, que dejó claro en su informe anual la necesidad urgente de invertir en la mejora y el mantenimiento de las carreteras.