La
conmemoración del Día Internacional de la Mujer del pasado
domingo nos ha dado la impresión de que ha discurrido entre nosotros
más bien con pena que con gloria. De hecho, las convocatorias, los
discursos y manifestaciones populares a las que hemos asistido se han
desarrollado un poco descafeinadas, como que había que organizarlas
y desarrollarlas porque sí, pero con escaso convencimiento. Cierto
que no es algo nuevo, que viene siendo así en los últimos años y
que ni de lejos anuncia cambios sustanciales para las conmemoraciones
venideras. Da la impresión de que la caída de brazos, especialmente
el de ellas, es mayoritariamente compartido y que o bien entienden
que no vale la pena luchar por las abismales diferencias que
encuentran entre ellas y los hombres o que éstas han sido aceptadas
de buena gana y que tampoco están mal que digamos. Sin embargo,
atención, porque el riesgo de pobreza de las mujeres en España es
un 12 % superior al de los hombres, de acuerdo con un estudio que ha
realizado el sindicato UGT.
Es
cierto que tampoco este año han faltado en las calles de algunas de
nuestras ciudades las habituales manifestaciones y que también todas
han estado marcadas por las reivindicaciones en favor de la igualdad
salarial entre hombres y mujeres, el fin de la violencia de género y
la discriminación, y en contra de los cambios en la ley del aborto,
entre otros lemas, pero lo cierto es que hemos detectado un desprecio
compartido entre las grandes cadenas de radio y televisión en el
habitual seguimiento que dedican a todas ellas a este encuentro anual
y que de ahí que no haya llegado al gran público como sería
deseable. Sí se han tenido en cuenta, no obstante, las palabras del
papa Francisco, que ha venido a hablarnos de la importancia de la
presencia de las mujeres en las sociedades actuales, afirmando que un
mundo en el que son marginadas, es como un mundo estéril. Si lleva o
no razón es algo que tendrán que aprobar o negar las propias
mujeres, pero creemos sinceramente que una conmemoración de este
corte, con millones de mujeres en el mundo maltratadas,
menospreciadas, violadas, vejadas, utilizadas de mil y una forma
dolosa, merecen un mayor esfuerzo verbal y llegar un poco más lejos
en sus exigencias.
De
entre lo que entendemos como actividades raras para mujeres,
detectamos que desde hace unos años es evidente que entre ellas
avanza progresivamente el acceso a puestos de empleo que
tradicionalmente han sido desempeñados por hombres. Entre los
ejemplos que podemos poner y que ampliarán esta opinión, sepan que
actualmente hay federadas ciento noventa y seis mujeres boxeadoras,
diez mil vigilantes de seguridad, dos mil taxistas, ocho mil
policías, quinientos detectives privadas, etc. Por otro lado, de
acuerdo con los datos oficiales, las féminas suman actualmente el 46
% del total de afiliados al sistema de la Seguridad Social, y desde
el inicio de la crisis la tasa se ha incrementado en cinco puntos.
Que las mujeres debían cobrar en nuestro país un poco más que los
hombres no es algo nuevo y se basa en su capacitación laboral; de
hecho, la Organización Internacional del Trabajo denuncia esta
diferencia sobre la brecha salarial de género, que concluye que en
realidad los hombres cobran, de media, un 17 % más que las mujeres.
La Comisión Europea, por su parte, anuncia que seguirá trabajando
para que 2015 sea un año en el que haya resultados reales en la
lucha por la igualdad de las mujeres. Es más, será una oportunidad
única para situar la igualdad de género, los derechos humanos y el
empoderamiento de las mujeres y las niñas a la vanguardia de la
agenda global y ofrecer resultados tangibles para todas las mujeres.
Por
si les sirve de algo, sepan que de los más de dos millones de
pensiones contributivas que controla el Ministerio, más de
cuatrocientas mil son de mujeres. El pasado año, doscientas once mil
mujeres se afiliaron a la Seguridad Social, lo que representa un
total de 7.736.098. Finalmente, otro dato esclarecedor: nuestro
país penaliza la maternidad con un cinco por ciento del salario
laboral.