lunes, 23 de marzo de 2015

EL DÍA DESPUÉS DEL 22 DE MARZO

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Desde primeras horas de la mañana de ayer, conforme íbamos conociendo la evolución de la jornada electoral, además de que la normalidad se imponía en todo el territorio andaluz, el número de votantes aumentaba continuadamente, lo que, a decir de algunos políticos, era lo mejor que le podía ocurrir a nuestra tierra porque participar en política representa un paso adelante en el crecimiento que como pueblo nos merecemos. Luego, al final de la jornada, pues ya han visto ustedes cómo han quedado los resultados y lo que será por tanto la configuración del Parlamento andaluz en unos días, cuando finalmente se les busque a los representantes de cada grupo o coalición un lugar en donde sentarse. El hecho de que el voto mayoritario parece que se ha decantado por el voto de izquierdas (si sumamos a Podemos, Izquierda Unida y el propio PSOE), marcará con toda seguridad la dinámica política en nuestra tierra, ya que si gobierna la fuerza mayoritaria estará obligada a pactos de continuidad o a acuerdos puntuales, es decir, que para nada tendrá que ver con un gobierno de mayorías que permitiera tomar decisiones sin consultas previas ni pactos. Es verdad que los escaños obtenidos por los socialistas son los mismos que los de la última cita electoral, pero sobre todo se valora la pérdida que ha acumulado en estas elecciones el Partido Popular, teniendo en cuenta que en las pasadas consiguió cincuenta escaños. Los que lo esperaban todo, especialmente ganar, tendrán que replantarse qué dirección escoger y qué tipo de políticas podrán aplicar desde los escaños de la oposición, que ya se sabe que a lo único que puede aspirarse en ese lugar del parlamento no va más lejos de quejarse públicamente de que quien gobierna no les hace caso porque no atienden sus demandas.

Lo que nos depare el futuro desde hoy hasta las próximas elecciones es algo que está en el aire, aunque conociendo un poco a quienes nos representan no parece que presenciemos sorpresas. Si acaso, reuniones de todos con todos y eliminación de aquellos grupos que no estén por la labor de sacar adelante el proyecto político y social de quien finalmente ha resultado ganador. Es la ventaja que posee quien ha sido premiado por la ciudadanía como el que debe posicionarse al frente del timón de una nave que anda con lo puesto, con grandes carencias, con un censo de desempleo que a nosotros nos resulta vergonzoso y con un futuro realmente complicado. Solo la capacidad de emocionarnos que poseen los contrincantes políticos cuando se ponen delante del atril nos mantiene sin sueño a la espera de que lo prometido llegue cuanto antes. Porque debemos recordar aquí que todos han jurado por su honor que la primera decisión que tomarán es generar empleo. Otros se han decantado a lo largo de la campaña a abrir ventanas y puertas, a que corra el aire, a expulsar de sus responsabilidades a quienes hayan sido cazados con las manos en la masa del dinero público, a quienes hayan participado en reducir a cenizas la justa ilusión de los andaluces por una tierra mejor…


Luego ya se sabe: que si yo no prometí un millón de empleos, que solo dije que unos cientos; que lo de mejorar la dependencia era un decir, que ya habrá tiempo para meterle mano; que lo de los desahucios es algo que debemos hablar con la Banca, que son los que en realidad mandan… Que Andalucía ha cambiado su forma de gobernar a partir de ahora no admite discusión, y que no tardaremos en conocer nuevas formas de aplicar la política, tampoco. Lo que importa es que se resuelvan nuestros problemas con urgencia, que no se pierda tiempo en discusiones, ni se dediquen nuestros representantes a mejorar sus respectivas imágenes, como parece que ha ocurrido en la comunidad de Madrid. Andalucía necesita del esfuerzo de todos y de todas, y muy especialmente de quienes hemos elegido para que lo hagan por nosotros, eso sí, con todos los gastos pagados.