viernes, 13 de marzo de 2015

ESTACIONES DE SERVICIO FANTASMAS

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Muchos de ustedes ya habrán tenido oportunidad de verlas e incluso alguno hasta de poner combustible en alguna de ellas. Son las gasolineras fantasma y se conocen con este sobrenombre porque no hay nadie atendiendo, solo una máquina receptora de dinero, en metálico y con tarjeta, que es la que pone en marcha el surtidor que queremos utilizar para repostar combustible. Por el momento, unas quinientas están repartidas por todo el territorio nacional y son testigos directos de que funcionan exclusivamente gracias a que el precio del combustible es sensiblemente inferior. Precisamente por eso, porque se han convertido en contrincantes directos de las grandes petroleras, éstas no solo han puesto en marcha un plan de rechazo ante la Administración, sino que, por si acaso no son escuchadas sus quejas, preparan un plan masivo de este tipo de estaciones de servicio en el que, ni de día ni de noche, encontramos operario alguno que nos eche una mano en caso de duda.

Concretamente en Andalucía, desde 2004, aprobó el cambio legislativo que obliga a estas estaciones a contar con al menos una persona en horario diurno, lo que permite o asegura que un operario conocedor del sistema puede echarnos una mano en cualquier momento. Antes lo hizo Navarra y con más contundencia, ya que desde 1997, que ya se anunciaba que se implantaría en España, las prohibió sin más. En Castilla-La Mancha, como en Andalucía, requiere la presencia de un trabajador durante el día. Aragón, por su parte, desde enero de este año se unió al grupo de comunidades que prohíben estas estaciones de servicio desatendidas si no hay un operario controlándolas. Actualmente son quinientas en toda España y representan solo el cinco por ciento del total; en Europa, por ejemplo, nos encontramos con países como Dinamarca, Bélgica y Francia en donde el porcentaje sube hasta el veinte por ciento. Como decíamos antes, el precio del combustible las hace destacar del resto, ya que en algunas de ellas encontramos, tanto la gasolina como el gasóleo, hasta un diez por ciento más barato. Eso sí, el cliente debe servirse él mismo el combustible y está obligado a abonar el servicio en el cajero sin operario que le ayude en caso de duda o la aparición de un problema, detalle que debemos descartar si tenemos en cuenta que se trata de productos inflamables y el cliente no ha recibido en ningún caso enseñanza alguna sobre cómo usar los expendedores. También es verdad que actualmente son testimoniales las gasolineras en las que somos atendidos y en ningún caso el precio se reduce.

El problema lo han sacado a la luz entre los sindicatos, las asociaciones de consumidores y la propia patronal del sector, que dan un aviso claro y contundente: de seguir así se perderán nada menos que sesenta y cinco mil empleos directos, y eso son palabras mayores. De hecho, si se concreta y permite la apertura de casi dos mil estaciones de servicio de este tipo que ya han solicitado la correspondiente licencia, no tardaremos en verlas cerca de nosotros. Para unos, el Gobierno permite la vulneración del derecho de los consumidores, entre otras razones, porque el cliente no tiene la oportunidad de comprobar si la cantidad de combustible que le pone a su vehículo corresponde a las medidas que controla el Ministerio de Industria. Finalmente, aunque las grandes petroleras aseguran que no es su filosofía como empresa, Repsol ya ha dado un paso adelante y ha abierto quince en solo dos meses. Está claro que el negocio es el negocio y que las gasolineras de bajo coste o fantasmas tienen mucho futuro por delante. Otra cosa es que la regulación que debe hacerse desde el Gobierno satisfaga a todos.