Siguiendo
la actualidad, de vez en cuando escuchamos, leemos o vemos
declaraciones de algunos de nuestros ilustres, entendiendo que se
trata de personajes de actualidad por infinidad de razones,
especialmente relacionados con la política o la corrupción, tan de
moda actualmente, y no acabamos de creernos que ellos y ellas, a su
vez, nos crean imbéciles o algo parecido. Es el caso, por ejemplo,
de la señora Ferrusola, a la sazón esposa del muy honorable Pujol y
madre de la familia española con más pícaros y ladrones por metro
cuadrado, que, preguntada por el juez que instruye la causa sobre el
enriquecimiento de su hijos y su marido, ha respondido con rotundidad
que en su familia va con una mano delante y otra detrás, que es lo
mismo que decir que no tienen recursos económicos. En la calle se ha
entendido la frase de otra manera, como cabía esperar, y se ha
llegado a la conclusión de que lo que ha querido decir la exprimera
dama catalana es que, efectivamente, en su familia trincan todo lo
que les llega a las manos de delante y las de atrás. Y las acciones
que presuntamente han protagonizado y la fortuna que ni siquiera
ellos conocen, confirman que los cargos públicos, especialmente si
éstos están en manos de padres y hermanos, son mucho más rentables
que acabar la carrera con nota cum
laude.
Pero
hay más, porque también desde la clase política activa nos llegan
rayos de luz, destellos de intelectualidad supina, que, si no fuera
porque cada vez estamos más convencidos de que estamos en manos de
incompetentes, caeríamos en una depresión de caballo de la que nos
costaría salir. Es el caso de la señora Gomendio, actual secretaria
de Estado de Educación, que ha venido a decirnos que el actual
sistema universitario es inviable por razones económicas. Sin
embargo, todo indica que a nuestro alrededor existen infinidad de
entes y personas que demandan mensualmente millones de euros para su
mantenimiento y desde luego mucho menos rentables que la educación;
es más, incluso podíamos decir que innecesarios porque podíamos
sobrevivir sin ellos y ni siquiera lo notaríamos. Por ejemplo, los
parlamentarios y senadores que conforman el mapa político nacional,
la importantísima flota de vehículos oficiales que los llevan y los
traen, los miles de asesores que demandan nuestros representantes
porque no son capaces de idear nada y menos de analizar la situación,
las propias autonomías, que son diecisiete en total y que duplican y
triplican plantillas y burocracia para finalmente hacer lo que podía
desarrollar la Administración central, que es lo mismo que ocurre
con los más de ocho mil ayuntamientos y diputaciones provinciales
que mantenemos con nuestros impuestos.
Ítem
mas: trenes no rentables
porque viajan vacíos, aeropuertos sin aviones, autopistas sin
coches, más universidades que provincias, palacios de congresos o de
ferias en los que poder reunirse cuando sea necesario, o sea, una o
dos veces al año con suerte… Y no digamos nada del asunto de la
corrupción, del dinero que se han llevado a espuertas los miles de
imputados que por ahora han sido cogidos con las manos en la masa y
que, más que el juicio esperan tranquilos que sus delitos
prescriban. Pues bien, ¿no hubiera sido mejor que esta representante
del Gobierno se hubiera guardado su opinión sobre la viabilidad
económica de la educación en nuestro país o, por el contrario,
haber tenido en cuenta el relato que hemos hecho nosotros? En
principio, hubiera evitado el ridículo que ha supuesto su opinión
expresada en público; también, que no siempre es bueno mostrar
tanta incultura ante un público tan selecto. En definitiva, que los
miles de escapes que soporta nuestra economía demandan con urgencia
una reestructuración, y luego, una vez subsanadas las sangrías y
cauterizadas las heridas, que se ponga sobre la mesa de trabajo el
asunto de la viabilidad económica de la educación.