Tal y
como venimos diciéndoles estos días, el resultado electoral sigue
trayendo cola, es decir, que sigue proporcionándonos información de
primera mano sobre los partidos políticos en general y de UPyD y el
PP en particular. Sobre el primero, porque está al caer el cisma que
estamos convencidos acabará con su fundadora, la señora Díez, a la
que Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, se ofreció para
fusionarse como una sola opción política y que ella se negó en
redondo con una gran mayoría de los suyos en contra. Como era de
esperar, sobre todo luego del descalabro de las elecciones andaluzas,
se le han echado literalmente encima para pedirle explicaciones y
ella ha optado por cerrarse en banda a la espera del congreso del
partido que, repetimos, todo indica que le obligará a dejar la
secretaría general. Mientras, importantes militantes han decidido
dejar el partido como muestra de desacuerdo sobre cómo se encauzó
la campaña en Andalucía y su empecinamiento a no optar por otras
vías que le resultaran más rentables en cuanto al voto se refiere.
Con
respecto al Partido Popular, casi estamos en las mismas, aunque es
evidente que Juan Manuel Moreno sí ha sabido encajar la pérdida de
apoyo ciudadano en las urnas y se ha mostrado convencido de que su
trabajo acaba de empezar y que por delante tiene un programa
ilusionante que le obliga a seguir con las mismas fuerzas y ganas.
Sin embargo, esto no quiere decir que la decepción por la pérdida
de los diecisiete escaños que dejó el señor Arenas cuando decidió
abandonar la presidencia del partido en Andalucía haya pasado
desapercibida en Madrid; muy al contrario, ha sido muy mal recibida,
y lo demuestra el hecho de que no se desplazara a Sevilla la noche
electoral ningún representante de la plana mayor de los populares
para arropar a su candidato. No obstante, entre las mismas filas del
partido en nuestra tierra no han faltado voces discrepantes con el
mismísimo presidente, asegurando que sus visitas en apoyo al
candidato solo han servido para ahondar más en la brecha social
abierta entre el partido a nivel nacional y la ciudadanía. Ellos
sabrán, pero la realidad es que en la totalidad de las ciudades en
donde había urnas éstas han reflejado un desencanto hacia el
Partido Popular que, se parezcan o no a las de la próxima cita del
24 de mayo, han hecho saltar las alarmas en la calle Génova de
Madrid. O sea, que, de acuerdo con las mismas fuentes, el señor
Bonilla no ha sido del todo el responsable del resultado electoral;
si acaso, compartido con el partido a nivel nacional.
El
hecho incuestionable es que, como era de esperar, el resultado final
no ha contentado a todos los que acudieron a examinarse ante la
ciudadanía. A partir de ahora, por tanto, queda un largo camino por
recorrer y, en medio, en mayo y en octubre-noviembre, dos nuevas
oportunidades para cambiar de políticas y mejorar la imagen de
quienes se presenten en busca de responsabilidades locales y
nacionales. Lo que no debe perderse de vista es que la ciudadanía no
está por la labor de creerse lo increíble, y si no se tiene en
cuenta esta máxima, las posibilidades de ganar descienden como las
mareas.