jueves, 19 de marzo de 2015

SE HAN PERDIDO LAS BUENAS FORMAS EN POLÍTICA

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A solo dos días de la jornada de reflexión y a tres del día D, nos enfrentamos a una recta final que no puede presumir precisamente de rectitud si tenemos en cuenta la incontable cantidad de tretas y manipulaciones que vienen haciéndose mutuamente la práctica totalidad de las fuerzas políticas enfrentadas en su carrera por la consecución de la presidencia de la Junta de Andalucía. Era de esperar, ciertamente, pero no acabamos de acostumbrarnos al hecho de que, para conseguir un objetivo concreto, tenga que echarse mano de maniobras sucias y deleznables. Y en el caso que nos ocupa está claro que con que solo se añada “políticamente” antes de menosprecios como sinvergüenza, ladrón, falso o corrupto, el orador queda exento de responsabilidad ante cualquier tribunal de justicia. Ocurre lo mismo que cuando los medios de comunicación damos noticia sobre un asunto en el que han cogido al ladrón o al asesino con las manos en la masa, porque obligatoriamente debemos añadir “presuntamente” si no queremos vernos envueltos en un proceso judicial. Por lo tanto, conociendo los entresijos y los límites en los que pueden desenvolverse dentro de la más estricta legalidad, las propias leyes les eximen de cualquier tipo de responsabilidad ante descalificaciones manifiestamente lesivas para el protagonista.

Pero debemos ir más lejos ante lo que nosotros no acabamos de interpretar correctamente y de ahí que, ante la duda, nos planteemos compartirlo con ustedes. El hecho es que, subido al estrado el orador o la oradora, y conforme se va desarrollando su discurso, cuando mayor nivel de aproximación se nota entre los asistentes y el que se desgañita gritando consignas y denuncias, es en el momento en el que se refiere a su contrincante de forma obscena y menospreciando su preparación, su capacidad intelectual y su futuro político, eso sí, siempre añadiéndole “políticamente”, cuando de verdad el mitin consigue su máximo nivel de aprobación. Ver de cerca cómo los asistentes se unen a sus descalificaciones y corean los lemas del partido en cuestión no es precisamente la mejor manera de mostrar sus verdaderas intenciones de cara al acto electoral a celebrar. Sin embargo, comprobado está que un mitin sin salidas verbales en contra del político de turno viene a ser lo mismo que un jardín sin flores.


Afortunadamente, las citas electorales suelen tener un tiempo concreto para su desarrollo y entre nosotros son exactamente quince, a los que debemos añadir los actos que se convocan paralelamente más o menos escamoteados como citas que nada tienen que ver con las próximas elecciones y que vienen a ser el doble. Por supuesto que se trata de un deseo personal, pero también sabemos que no estamos solos, que son muchos más los que desean un mejor entendimiento entre unos y otros, y que detectan los menosprecios absurdos a los que algunos echan mano para descalificar a su contrario político. Aunque no se lo crean estos oradores escasos de recursos verbales, el buen gusto también se tiene en cuenta a la hora de depositar el voto.